Hasta el pánfilo de Eric Roberts, único defecto de la película, está justificado en el casting, porque hace de pánfilo, luego bien elegido.
Es esta una cinta indispensable, sus dos grandes valores, aparte del consabido guión de Kurosawa, son la manufactura y Jon Voight, quizás su mejor actuación, y ya es decir en un peso pesado como él.
Sólo dos imágenes, esa máquina desbocada de aspecto terrorífico con tantos hierros retorcidos, avanzando sin piedad, y las caras de Voight, repito, inconmensurable en este papel.
A destacar, por no ser el grueso de la historia, el principio en la cárcel, un accesorio muy bien hecho, insisto en la excelente manufactura del film.
De obligado lugar en tu colección. De esas buenas buenas que te llevan al límite. Bienvenido a este trepidante y desquiciado viaje sin retorno.