Sería tan fácil el chiste aludiendo a que la película hace honor al título que, vamos a dejarlo de la siguiente manera. La mentira es que sea grande y las dos verdades, combinables en una sola, son que, estafa es y americana también.
La estafa americana es aquella que se produce tantas veces desde que la entrega de galardones a las películas está monopolizado por manos donde intereses creados priman sobre la calidad artística. Hace ya mucho tiempo de esto. Globos de oro cuyas cestas contienen viajeros, también dorados, y todos comparten nombre, Oscar. Juntos ascienden hacia los cielos de la industria donde alcanzarán el paraíso soñado.
Espero que no seas de esos que juzgan las películas por los premios que reciben, en muchos casos estarás dando palos de ciego. Y cuanto más alto es el galardón, menos hay que fiarse. No siempre es así pero suele ser frecuente. Es este el caso de esta "gran estafa" donde un espeso guión sobrecargado pretende disfrazar lo que no es más que una ñoña historia, totalmente inverosímil, previsible y carente de interés. No hay quien se crea esta memez.
Y hasta aquí, dejémoslo estar, podría ser perdonable, pero por donde no paso es que, para contarme este cuentecito de estafadores del Lego, me tengan dos horas y diez minutos de milonga. Eso sí que no.
El casting es bueno y está bien rodada, nada más. Quizás con media hora menos fuera más tragable. Son tantos los minutos de relleno donde se pretende intromisión en los personajes y en sus relaciones que uno acaba perdiéndose en un aburrido bosque donde no se sabe muy bien qué te quieren contar.
No temas prescindir de ella.