En primer lugar, la ambientación con ese calor de justicia te introduce rápidamente en la agonía de ese habitáculo del juzgado.

Luego, el hecho de que no sepas nada, que de repente te hacen sentir como alguien que se ha colado en una reunión y tiene que averiguar de qué va la cosa.

Seguidamente, la personalidad de un hombre que, en contra de lo que piensan los demás, tiene suficientes agallas como para llevar la contra, y con razones.

Solo dos pruebas se rescatan: la navaja y el plano de la habitación. Pero se recrean las pocas pruebas que se tienen de un asesinato que parece ser tan claro.

En resumen, es una historia cotidiana, que a cualquiera nos puede pasar, que se cuenta como si no pasara nada, y que esconde detrás 12 personalidades diferentes: anciano, clase baja, clase media, clase alta, racista, violento, vanidoso, ignorante (aficionado deportista), etc...

Hay unos momentos impresionantes. Primero, cuando el violento le dice al arquitecto "te voy a matar". Segundo, cuando el racista, xenófobo y clasista da su discurso, y todos le dan la espalda. Pero más duro es cuando se acerca Fonda a preguntarle y está avergonzado, de espaldas a los demás, sentado en una esquina, y escupe: "inocente".

Por último, vemos que sólo aguanta un hombre que lleva oculto tras de sí un odio hacia su hijo, el cuál no le habla desde hace tres años, debido a que ha sido violento con él.

19/11/2022. NOTA 8/10
Vuelvo a ver esta obra maestra, 11 años después, con mucho cine en mis zapatos pero con la misma sensación de que se trata de una genialidad. Es cierto que es de las películas que cuesta volver a ver porque ya sabes que la historia acabará con un 12-0 tras remontar 1-11, y eso le quita vistosidad a la trama, pero no recordaba cada uno de los trasuntos en los que se basa la defensa al muchacho.

Lo que sí se recuerda es el calor que pasa el jurado, con gotas de sudor cayendo por la frente.