Por lo demás, me llama la atención la rapidez con la que algunos acontecimientos suceden, sin haber una sucesión lógica. Franco se enamora de Mariella justo cuando ésta cambia de aspecto, un clásico.

Simbólico es la vivienda en donde cada uno tiene arriba lo que anhela: Franco, a la mujer madura; y Mariella, a Franco.

Hoy, esta segregación por sexos se ve desfasada, pero sigue existiendo en algunos centros privados. Las hormonas provocan enfrentamientos entre chicos, como se explica de forma muy sencilla en la cena comunitaria donde Franco se pelea con el otro porque se ha metido con la chica. Son instintos naturales que, lejos de evitarlos, hay que educarlos, como también dice el profesor "De Sica" en uno de sus consejos: "nos diferenciamos de los animales en que podemos controlar nuestros instintos".

Y dentro de esta gran obra, en donde hay muchos matices, vemos al maestro viudo que se ha enamorado de la ola fresca que provee Lois Maxwell, y es capaz de jugarse su pan por ese instinto que, al final, no puede controlar. La película se soluciona de forma veloz y visual, sin saber las consecuencias que ambos tendrán.