Una preciosa filme que consigue hacer lo que muy pocas películas hacen, unir lo cotidiano de la vida con una historia sencilla pero emocionante. Unos personajes que te crees y que sufren.

A diferencia de las constantes pedanterías de Jaime Rosales, aquí el filme se mueve por diálogos, miradas, silencios. Dos hermanos, uno callado y exitoso (Coronado), el otro un bocazas ludópata que malvive para salir adelante (Juan Sanz) pero que cuenta con lo único que su hermano ansía tener y no tiene, una mujer comprensiva y tierna (Zay Nuba).

Las escenas las hay a raudales. Los paseos de Coronado con Zay Nuba, las escenas del trabajo de Zay Nuba, la maravillosa escena en la que un Juan Sanz demacrado y destruido, le confirma a su hermano sus sospechas.

Todo ello está en este filme, que cuenta con uno de los elementos más interesantes para hacer una película de estas características, cuenta la historia de como el ser humano ansía aquello que no tiene y no valora lo que tiene. Lo hace con dos hermanos opuestos, con intereses diferentes.

Y eso, conforme se va llegando al fin de la historia, se va haciendo mucho mejor y más emocionante.

Es una película dura y seca. No apta, para aquellos que esperen ver un filme sencillo. Tiene algún momento de demasiado azúcar, pero es un filme muy sobrio.