Resulta inexplicable ver a uno de los mayores maestros del cine caer en el peor error del principiante: la literalidad. Erice desconcierta con una película repleta de líneas de diálogo innecesarias, escenas con introducciones y desenlaces redundantes, y personajes secundarios sin profundidad (lo de Mario Pardo clama al cielo). Las casi tres horas de metraje no justifican el buen desenlace (que lo tiene) ni el goce que supone ver actuar a Ana Torrent (la única que nos recuerda que esto es cine y no teatro amateur).

Es muy loable que Erice quiera despedirse de su oficio reivindicando un cine en extinción, pero de nuevo la literalidad de sus metáforas y la rigidez de su guion hacen que 'Cerrar los ojos' no pase de boceto de idea. Y esto es precisamente lo más decepcionante, pues solo la arrogancia de alguien aferrado a una idea por pulir puede provocar semejante naufragio. Lo siento, pero no se me ocurre otra explicación ante tantos errores de alguien con tanto talento. La misma arrogancia que le hizo ausentarse de Cannes cuando se anunció que estaría fuera de concurso. Un buen favor le hicieron. En competición, las críticas no hubieran sido para nada ni tan benévolas ni tan condescendientes con el maestro.