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Fantástico. Acción. Aventuras
La supervivencia de la humanidad pende de un hilo, pero Beck, un héroe mortal, está decidido a salvar el mundo y a rescatar a su verdadero amor. Para conseguirlo busca la ayuda del poderoso dios Horus, con el que establecerá una alianza contra Set, el despiadado dios de la oscuridad que ha usurpado el trono de Egipto, sumiendo al país en el caos. Para ganar la batalla contra Set y sus secuaces tendrán que someterse a terribles pruebas ... [+]
28 de diciembre de 2016
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hecho de que un mindundi harapiento se alíe con el aspirante a rey de turno para ayudarlo a recuperar el trono correspondiente, empieza a atufar mucho y muy fuerte ya. Más que nada, porque si quiero ver una aventura épica y conmovedora en la que un rey desterrado recibe la ayuda de insospechados amiguitos haciendo gala de una recién descubierta heroicidad, moralina mediante, para eso me veo la trilogía de El Señor de los Anillos (o mucho mejor aún, me leo el libro), y tengo con lo que fliparme un mes.
Sobre todo porque El Señor de los Anillos es una película de 2001 (la primera parte), y sus efectos especiales se comen con patatas a los de este mojón espeluznante de 2016. Oigan, que en 15 años, algo se debería haber mejorado, no al revés. Háganselo mirar. En la trilogía de Peter Jackson, al menos, tienen el detalle de saber hacer que los seres de las razas más altas miren hacia abajo cuando hablan con los hobbits. Es que ni eso han sabido cuidar, caray.
Pido perdón, no obstante, por la puntuación tan alta que le doy (un 2), pero es que la banda sonora no está mal.
Sobre todo porque El Señor de los Anillos es una película de 2001 (la primera parte), y sus efectos especiales se comen con patatas a los de este mojón espeluznante de 2016. Oigan, que en 15 años, algo se debería haber mejorado, no al revés. Háganselo mirar. En la trilogía de Peter Jackson, al menos, tienen el detalle de saber hacer que los seres de las razas más altas miren hacia abajo cuando hablan con los hobbits. Es que ni eso han sabido cuidar, caray.
Pido perdón, no obstante, por la puntuación tan alta que le doy (un 2), pero es que la banda sonora no está mal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Lo primero que nos encontramos es un pase de modelos divino en el que se nos pretende poner al día sobre las deidades egipcias, como si los trajes que lucen fuesen de diseño. Ahí ya la mosca de la oreja empezaba a advertirme de que algo no andaba bien. Pero es que ya nos ponen la guinda al pastel antes de la cobertura. Aparece Set con su ejército judío que hace acto de presencia cuando se toca el cuerno, se cepilla a Osiris de un navajazo trapero (el mismo que luego no basta para matar a Ra) y atención, porque Set y Horus combinan Power Rangers y Caballeros del Zodiaco y se ponen a intercambiar tollinas embutidos en sendas brillantes armaduras. O al menos, brillante la de Horus, claro. El guionista ha tenido a bien recordarnos que el malo siempre es el que viste de negro.
Después de este bochorno, uno ya puede pasar por alto el hecho de encontrarnos, en pleno desierto de hace 10000 años, esa diversidad racial tan políticamente correcta, que se destruye irremisiblemente cuando nos damos cuenta de que el protagonista es un humano, blanco y rubio; y que su condición de ladrón le es indiferente para tener unos dientes perfectamente limpios y un pelaso indespeinable.
Claro que al señor Proyas no le ha temblado la mano, hablando de razas humanas y de ser políticamente correcto, al crear y repartir las serpientes gigantes entre las destructoras: la blanca para la mujer blanca y la negra para la mujer negra. ¡Dioses! ¡Es casi un milagro que hayan sido mujeres!
Pero me he adelantado, mil perdones. El guión tiene puntazos divertidísimos, a la par que coherentes. Por ejemplo: Horus es ¿encerrado? en un mausoleo en el que cualquiera puede entrar, por lo que deducimos que él mismo podría salir cuando quisiera. Pero prefiere quedarse dentro llorando, que es más mejor. Ay que no tengo ojos, ay que no tengo ojos. Incluso demostrando que ciego tiene la misma habilidad que el malo de No Respires, el tío pasa del mundo y se queda en su zulo, muerto del asco. ¿Que viene un humano a traerme un ojo y a sacarme de aquí? Bah, paso de él y de paso me lo intento cargar, que soy un nihilista y me la suda todo. Esto es cine histórico del bueno, señores.
En fin, que le da un ojo, se lo pone y automáticamente Horus se convierte en Solid Snake.
Luego está Hathor, a quien le gusta mirar a los humanos un metro por encima de donde deberían estar los ojos, y tiene tanto amor encima que se espera una hora de película para decirle al egipcio ario que, ya que su novia va a palmar, que por lo menos se vaya al inframundo con un joyazo bueno bueno. No se lo dice antes porque el amor es así de chungo.
También tenemos a Ra, que como era Barbossa, han debido pensar que igual echaba de menos un barco. Pero como esta peli es lo más, lo plantamos en el espacio (no explicamos el tema del oxígeno, que nos explota la cabeza) y lo ponemos a curtirse el lomo contra Apofis justo cuando Horus y el egipcio ario llegan a su barco. No había otro momento. Por cierto, bonitas vistas del Mundodisco, las que tiene Barbossa en el barquito. No he alcanzado a ver la tortuga ni los elefantes, pero fijo que estaban ahí debajo.
Podría seguir.
Podría alabar el croma de algunos youtubers, que es bastante mejor que el que han usado en esta película. Podría hablar de la iluminación (en esta toma me da el sol, en la siguiente no, en la siguiente sí), o de un guión que se cae por su propia inconsistencia. Ra no es más que un piltrafilla sin su lanza, qué le vamos a hacer. Ha creado el mundo como una moneda de dos euros gigante, pero mire usted, es que le han quitado la lanza, pobrecico.
La escena del acertijo es la bomba. "Nadie me ha dicho que tengo varios intentos, de hecho no los tengo, pero yo insisto por si cuela. Tú date de leches, que eres Horus".
La moraleja es aplastante, al final: Lo bueno y más elegante es matar sin piedad, que dar otra oportunidad (metiéndote en un sitio cuya puerta dejamos abierta) o siquiera celebrar un juicio es de gente sin corazón.
Después de este bochorno, uno ya puede pasar por alto el hecho de encontrarnos, en pleno desierto de hace 10000 años, esa diversidad racial tan políticamente correcta, que se destruye irremisiblemente cuando nos damos cuenta de que el protagonista es un humano, blanco y rubio; y que su condición de ladrón le es indiferente para tener unos dientes perfectamente limpios y un pelaso indespeinable.
Claro que al señor Proyas no le ha temblado la mano, hablando de razas humanas y de ser políticamente correcto, al crear y repartir las serpientes gigantes entre las destructoras: la blanca para la mujer blanca y la negra para la mujer negra. ¡Dioses! ¡Es casi un milagro que hayan sido mujeres!
Pero me he adelantado, mil perdones. El guión tiene puntazos divertidísimos, a la par que coherentes. Por ejemplo: Horus es ¿encerrado? en un mausoleo en el que cualquiera puede entrar, por lo que deducimos que él mismo podría salir cuando quisiera. Pero prefiere quedarse dentro llorando, que es más mejor. Ay que no tengo ojos, ay que no tengo ojos. Incluso demostrando que ciego tiene la misma habilidad que el malo de No Respires, el tío pasa del mundo y se queda en su zulo, muerto del asco. ¿Que viene un humano a traerme un ojo y a sacarme de aquí? Bah, paso de él y de paso me lo intento cargar, que soy un nihilista y me la suda todo. Esto es cine histórico del bueno, señores.
En fin, que le da un ojo, se lo pone y automáticamente Horus se convierte en Solid Snake.
Luego está Hathor, a quien le gusta mirar a los humanos un metro por encima de donde deberían estar los ojos, y tiene tanto amor encima que se espera una hora de película para decirle al egipcio ario que, ya que su novia va a palmar, que por lo menos se vaya al inframundo con un joyazo bueno bueno. No se lo dice antes porque el amor es así de chungo.
También tenemos a Ra, que como era Barbossa, han debido pensar que igual echaba de menos un barco. Pero como esta peli es lo más, lo plantamos en el espacio (no explicamos el tema del oxígeno, que nos explota la cabeza) y lo ponemos a curtirse el lomo contra Apofis justo cuando Horus y el egipcio ario llegan a su barco. No había otro momento. Por cierto, bonitas vistas del Mundodisco, las que tiene Barbossa en el barquito. No he alcanzado a ver la tortuga ni los elefantes, pero fijo que estaban ahí debajo.
Podría seguir.
Podría alabar el croma de algunos youtubers, que es bastante mejor que el que han usado en esta película. Podría hablar de la iluminación (en esta toma me da el sol, en la siguiente no, en la siguiente sí), o de un guión que se cae por su propia inconsistencia. Ra no es más que un piltrafilla sin su lanza, qué le vamos a hacer. Ha creado el mundo como una moneda de dos euros gigante, pero mire usted, es que le han quitado la lanza, pobrecico.
La escena del acertijo es la bomba. "Nadie me ha dicho que tengo varios intentos, de hecho no los tengo, pero yo insisto por si cuela. Tú date de leches, que eres Horus".
La moraleja es aplastante, al final: Lo bueno y más elegante es matar sin piedad, que dar otra oportunidad (metiéndote en un sitio cuya puerta dejamos abierta) o siquiera celebrar un juicio es de gente sin corazón.