Corría el año 1995 y, después de haber hecho la vida imposible al sargento Roger Murtaugh (Danny Glover en "Arma Letal"), ahora Mel Gibson quiere hacernos vibrar con esta historia llena de sentimientos y dramatismo interpretando al revolucionario escocés William Wallace.

Esta bella historia de valor y honor se fragua primero en dolor, el sufrido por William, una persona que ha sufrido desde niño. En el momento en que su regreso a casa se ve, digamos, perturbado, por una ley inglesa con fines políticos, William decide vengarse.
Sin embargo, esta venganza no es sólo eso, sino que va más allá. Se basa todo en una cuestión de coraje y valor, sobre todo, mucho valor. Para conseguir algo superior, una utopía en realidad, la libertad de todo un pueblo, librarse del sometimiento y la opresión de un vil rey.

Con esa base, la historia se desarrolla. Tenemos para ello a un Gibson especialmente inspirado, con planos soberbios de los montes y valles escoceses y un James Horner añadiendo una banda sonora que me parece preciosa, digna de la ocasión y, por supuesto, muy acorde con la historia.

Pero no sólo esto es "Braveheart". Enseña la (eterna) contraposición entre campesinos y nobles y cómo los campesinos son capaces de luchar por ellos y los nobles por fines mayores. Pero quizá iría más allá y hablaría de cosas como el honor que por todos los poros de su piel brota a William, que demuestra que lucha por ese verdadero fin, la libertad y, personalmente, su deseo de vengarse; y no como hacen los mal llamados nobles, que se arriman al árbol que más sombra les dé.

Este servidor, amante del cine (si no, no estaría aquí escribiendo esto) ha quedado maravillado y sobrecogido con este film y por mucho más que diga de él, me seguiría quedando corto.