Como película no vale una puta mierda, Torrente en sus inicios era un ex policía de poca monta machista, racista, alcohólico, guarro, aprovechado, gorrón, mala persona... en fin, todo lo que en una persona te pueda dar asco eso era Torrente. Las dos primeras películas (la segunda algo más descabellada) eran creíbles y graciosas, tenía unos puntos con los que no podías evitar desternillarte. Sin embargo, ahora se ha convertido en una sucesión de cameos de hora y media con los mismos chistes de siempre, con la participación de cada vez peores actores (o no actores directamente) y con el señor Santiago Segura llenándose los bolsillos a costa de un país inculto e ignorante.

"Torrente 4: Lethal Crisis" es una fiel reflejo de lo que se ha convertido la sociedad española, y no me refiero a que la película lo critique, no. Me refiero a que gente como Kiko Rivera, Matamoros e incluso Belén Esteban (persona a la que más odio en este mundo) se han atizado un pastizal por hacer algo que haría yo por una décima parte de lo que ellos se han embolsado. Lo de Kiko Rivera es disculpable, está gracioso en su papel y nadie le puede negar su derecho a ser actor si quiere, pero lo de la chupasangre de la Esteban sobrepasa todo lo comprensible para alguien racional, cosa que en este país escasea.

¿Te ríes? Con algunas cosas si, pero ya está. Esta cuarta entrega dista mucho de las dos primeras en las que había infinidad de gags recordados por la gente. Santiago Segura se ha encasillado, y no le culpo, por increíble que parezca esta película batió todos los récords de taquilla en su primera semana en cartel. En breve contaremos con otra más y la cosa va a peor (si es que eso era posible), va a salir Jesulín de Ubrique... parafraseando a Jesucristo: "Padre, perdónales porque no saben lo que hacen".