La traducción al español "Que viva la República" lleva a confusión con una así titulada pero española.

Lástima que la película no hubiera contado con la máquina propagandística de otros bodrios. Su excelente fotografía, la actuación increíble de un chico de quizá diez años, el guión antibélico perfecto.

Recuerda en ciertos momentos a El tambor de hojalata. Trata de la vida de un chico agobiado por la brutalidad de su padre y el matoneo de sus amigos de cuadra, como si los horrores de la guerra no fueran suficientes. El único lenitivo lo encuentra en su amorosa madre.

Asistimos, en medio de flashbacks, a los últimos momentos de la II Guerra Mundial en Moravia, región de la vieja república de Checoeslovaquia. En la retirada de los alemanes estos van arrasando con lo que no se pueden llevar, ante todo los caballos y la comida. La misión del chico es salvar a la yegua familiar.

Imágenes que muestran en un instante toda la tragedia, como aquella en la que el niño ve con sus grandotes ojos como es montada la yegua para ser inseminada.

Recomendada para los amantes de lo clásico, realmente clásico.