Un hombre completamente normal se mete en una cabina telefónica después de despedir a su hijo, tras intentar hacer una llamada se encuentra con que la puerta esta atrancada.
Los transeúntes que pasan en ese momento intentan sacar al hombre sin éxito ante la atenta mirada de una muchedumbre que se va agrupando poco a poco para observar el cautiverio del pobre hombre, entre burlas y risas.
Cada rato que pasa y observa que nadie es capaz de sacarlo, ni bomberos, ni cerrajeros ni siquiera alguna solidaria persona cercana, la desesperación del hombre crece.
Los operarios terminan optando por destornillar la cabina del suelo mientras la gente aplaude y se mofa de la extravagante situación, llevándola a algún lugar remoto.
El protagonista empieza sentir verdadero pánico al no saber donde se dirige y al contemplar a una persona en la carretera en su misma situación rumbo a un destino desconocido y su desenlace inminentemente fatal.