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Reino Unido Reino Unido · Londres
Voto de CineFilio:
9
Drama Una joven llamada Asia Klyachina, decide sobrellevar su embarazo sin preocuparse demasiado por el padre, que no parece interesado en reconocer a su hijo. Otros hombres, y uno en especial, se sienten atraídos por ella, pero la joven no demuestra interés alguno por ninguno. Entre tanto, la vida de la aldea transcurre entre el trabajo cotidiano, la ocasional alegría, y las luchas que se presentan a diario entre los campesinos... La versión ... [+]
4 de febrero de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obra maldita de Andrei Konchalovsky sostiene un espejo de dos caras: en una refleja una supuesta sociedad de campesinos conformes con su vida, afables y esperanzados. Gente sencilla dispuesta al sacrificio sin grandes ambiciones más que amar y trabajar la tierra en la Arcadia socialista en la viven. Pero esa bonhomía no es la que refleja la otra cara. La de la censura soviética. Pese al primero de los reflejos del azogue, la sociedad totalitaria emerge en el otro lado de la realidad fuera del cine, la de la vida real: no fue hasta la llegada de los deshielos de la Glasnot que el filme pudo ser exhibido en su totalidad al gran público.

A la belleza visual, documental, objetiva y descarnada de la película se opone la fealdad y contundencia de la censura. La vida real se impone, superpone, a la magia del cinemascope y desmiente a Konchalovsky. Los idealizados koljoses, tan mitificados por el Realismo Socialista tienen una cara que es muy fea. La exaltación de lo ordinario, lo humilde, lo obrero y lo campesino al final no agrada a una nomenkaltura que detesta la exhibición tradicional de la clase alta considerada decadente. Pero parece no gustarles tampoco la decadencia de la vida llana mostrada por una cámara impúdica y sin tapujos a veces salpicada del sudor de los campesinos y nunca presta a adulcorar dureza.

Por eso se impone la censura, la cual muestra más que lo que pretende ocultar. Con una cámara, ojo avizor que escudriña historias mínimas de granjeros que no son actores, Konchalovsky hilvana una realidad que poco a poco va revelando un argumento tan local como universal: un triángulo amoroso envuelto en historia de amores reales con gente tan real como el contrahecho jefe de la granja, babushkas rezadoras, señoras gordas que cantan, gitanos que tocan el acordeón, festines que celebran la cosecha. Y es esa cotidianeidad la que al final agrada al espectador y molesta a los apparatchik.

La plasticidad pictórica de la cinta se aleja, así, de todo artificio para crear belleza, y por eso es que seduce, y por eso es que molesta. Porque un mundo embrutecido y salvaje no encaja nunca en el paradigma de un imperio del mal, totalitario, signado por lo más oscuro del Gulag.
CineFilio
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