No quiere decir esto que un amor no pueda ser puro y duradero, para siempre, pero sí que dadas las circunstancias apropiadas te contagias. Ni "el amor tiene fecha de caducidad, búscalo en google", ni "tan sólo existe un amor, el verdadero, el que es para el resto de la vida y parte de la siguiente". No es tan sencillo.

Son tantos los factores que envuelven a los seres humanos y sus circunstancias que cualquiera de estas dos enraizadas afirmaciones se queda pequeña. Lo único cierto es que, por un lado, somos capaces de amar y abandonar con la misma rapidez y rotundidad, y, por otro, cualquier momento es bueno para ello si se dan una serie de factores. Aquí cada uno que saque sus conclusiones o se pare un minuto a reflexionar si lo cree oportuno.

Y de esto nos habla Sofía. Lo hace de una manera honesta y poco azucarada, al mismo ritmo que se deslizan sus personajes, perdidos en el vientre de un monstruo como Tokio, y en el de sus propias vidas rotas, la historia asoma tímidamente y gana enteros por sí misma y su propio peso. Los actores están muy bien y eso ayuda mucho, mucho, mucho, se nota la química.

Me ha gustado mucho esta segunda vez, tanto como la primera, eso habla muy bien de la película, ya que no me encuentro en el mismo momento vital de aquel primer visionado y el efecto ha sido el mismo.

Es difícil escribir la crítica 324 de una peli. Bueno no tanto, con cualquier cosilla..