George Miller vuelve tres décadas después a la saga que convirtió a Mel Gibson en leyenda curiosamente sin Gibson y más de una década sin hacer cine de acción real ya que se pasó al campo de la animación con Happy Feet y no le salió mal la cosa aunque tampoco me maravilló personalmente. Miller da lo que promete y quizás no me parezca la mejor de la saga, quizás no sea una secuela y reboot al uso sino una cinta diferente que se encuentra entre la primera y segunda película pero resulta un gratificante y brutal espectáculo donde la acción y la diversión están garantizadas. Quizás Max no tiene esa repercusión y protagonismo como lo tenía antaño en las anteriores películas pero lo solventa como una digna secundaria, probablemente el mejor personaje femenino de la saga como no, Furiosa, desempeñado de manera feminista Charlize Theron que cambia completamente de registro a lo acostumbrado normalmente. Junkie XL cabalga un poco a lo Hans Zimmer y da una banda sonora épica y trepidante que marca la tensión combinada de una brillante fotografía ya sea naranja como azul gracias a los filtros que quedan muy bien en el ámbito visual. Hardy vuelve a demostrar que le vale cualquier papel y pese a su inexpresividad a la hora de hablar ya que pocas palabras tiene si logra desatar la furia constantemente de manera rápida a la hora de ejecutar sentencia.
Dos horas en las que no miré el reloj y con giros absolutamente increíbles y poco digitales en las secuencias de acción, Miller logra que no pare quieto en el asiento y me enmudezca a cada minuto que pasa gracias a lo intensas y atractivas que resultan esas persecuciones en el espacio de la cinta. No me parece la mejor a nivel de guión ya que para eso tenemos la primera de 1979 pero a nivel de espectáculo me atrevo a decir que sí y espero que las futuras secuelas lleguen pronto y a este nivel porque Miller ha encontrado la redención tras el fiasco que supuso Más allá de la cúpula del trueno, llegan rápidos y furiosos y ya sabéis, el espectáculo está servido.