En esta película fue cuando descubrí a Leonardo Sbaraglia y, aparte de ser un tipo bastante atractivo (o eso me parece a mi), da la sensación que se come la escena... y desde entonces no ha hecho más que demostrármelo. Y en realidad no es nada sencillo teniendo a uno de los grandes como Max von Sydow delante, aunque sus encuentros sean los mínimos.
Aparte del actor (porque no sólo por eso me ha gustado la película), hay que tener en cuenta que estamos ante una "opera prima", es decir, el primer largometraje del director, y para ser así, Juan Carlos se ha lucido. Me parece que hace alarde de una técnica magnífica detrás de las cámaras y goza de una escenografía perfecta (que voy a decir yo de los parajes del valle de Ucanca, a las faldas del Teide)
Pero es que todavía hay más. La historia desborda originalidad y frescura, presentándonos una trama con unos personajes que se ven en manos del tan peligroso azar, y sólo con eso teje una artimaña de más de 100 minutos, consiguiendo el disfrute máximo del espectador. Hasta el mismo final mantiene el hilo argumental sujeto, soltándolo de una forma espectacular que llega a sorprender a cualquiera (siempre desde mi punto de vista claro)
Pocas cosas negativas puedo decir de mi ya idolatrado Fresnadillo y de su primer película (que bastante consiguió en los Goya de ese año)