La primera incursión en el cine de John McClane obtiene unos resultados más que satisfactorios.
Para empezar, da lo que promete: mucha acción, muchos tiros y su ración extra de humor sarcástico.
Los actores... bien. Su calidad interpretativa no es que se deje ver demasiado, ya que en este tipo de películas están hechas para correr, saltar, disparar... etc, y en gran parte es labor de los especialistas. Pero sí sorprende un Alan Rickman en el papel de terroristra, ladrón malísimo, con el ya mencionado humor sarcástico.
Como buena película de acción es bastante completa: tiros, explosiones, gente sangrando y sudada... una inyección de adrenalina (y todo ello sólo en un edificio)