No bien cuando en el inicio se muestran las cartas acerca de qué va la historia, respecto a un piloto yanqui que mata a distancia con drones al servicio de la Fuerza Aérea primero y de la CIA después, empecé a fruncir el ceño pensando que se trataba otro ejemplo propagandístico del imperio. Evidentemente estoy lleno de pre-conceptos que me hicieron equivocar de pique.

Este es un moroso, razonado y profundo drama de los cuestionamientos que se hacen los encargados de apretar el botón que dispara misiles para matar no sólo a los blancos (presuntos terroristas) identificados sino a provocar todo tipo de "daño colateral" (asesinato indiscriminado de civiles hombres, mujeres o niños) si ello presupone "salvar una vida norteamericana".

La composición que hace Ethan Hawke es un finísimo trabajo de contención progresiva que muestra el paulatino derrumbamiento moral del protagonista. Tal vez la contundencia de la denuncia habría sido más eficaz si el director hubiera impreso un ritmo menos lento y, a la vez, desarrollado un poco más a los personajes secundarios. A pesar de ello es una muy buena película, para pensar y para horrorizarse.