Un extrañamente dulce sabor de decepción es lo que me quedó tras ver esta película.
Se trata de un film exageradamente irregular, con momentos muy bellos y otros directamente ridículos.
Como ejemplo de esto último, la parte mística del proceso de "iluminación" del calvo es una burda apología pseudorreligiosa orientaloide demasiado grotesca para mi paladar. Es muy arriesgado filmar algo de estas características y Aronofsky fracasa en esa parcela, dando aspecto de videoclip emo trivial más que de otra cosa.
También me resultó muy burda la intencionada comparación entre el Cristianismo inquisidor del malsano pasado y la iluminación budista super guay en el espacio atemporal. Ahí se le ve un plumerazo que convierte al film en un acto de fe muy descarado.
En resumen, la parte más mística es un completo despropósito.

Por contra, la parte digamos más "terrenal" del "presente" tiene momentos muy bellos y tratados con bastante delicadeza, bordeando en ocasiones fronteras peligrosas dado lo peliagudo del tema de la curación del cáncer pero sin traspasarlas (por momentos temí que a Aronofosky se le fuera la cabeza y metiera la pata hasta el fondo en este particular, pero afortunadamente no sucede).

Las interpretaciones son correctas, aunque me chirría un poco Cliff Curtis haciendo de morisco español (desde que descubrí que era maorí, no me creo ninguna de sus interpretaciones como hispano o árabe). Asimismo, también me chirría que en la España medieval hablen en un inglés mayestático y de repente la reina Isabel pronuncie la palabra española "conquistador" con acento de Kansas City.

La música es buenísima, y quizás la razón para que no suspenda la película, pues dudé entre darle un 4 o un 5.

En fin, la película está aceptable, pero queda la sensación de que se podría haber hecho mucho mejor y con menos tontadas que emborronan las buenas intenciones e ideas que tiene.