El reboot de Hellraiser, en los tiempos que corren, no anticipaba nada bueno. Pero había que darle una oportunidad.

El principal obstáculo con el que se iba a encontrar es llamarse Hellraiser, una película de culto de los 80 que ya te pone el listón muy alto. Es verdad que ha tenido una larga lista de secuelas que ensuciaron el nombre a lo largo de todos estos años, y que más allá de la segunda entrega son subproductos que no merecen la pena.Así que debieron pensar que con hacer algo apañadete dejándose los cuartos en efectos visuales y maquillaje, alejándose así de la cutrez de la mayoría de películas que han osado tomar el título Hellraiser, pues ya estaba todo hecho. Total aquí la gente viene a ver monstruitos y sangre.

Donde la película original era oscura y sórdida, una película adulta, en este reboot la han convertido en la típica película de terror en la que el grupito de amigos en edad universitaria van cayendo poco a poco ante el monstruo de turno. Es una película para la chavalada, en la que cuenta más tener monstruos grotescos que crear un ambiente insano. Por supuesto cumpliendo con las normas de corrección inclusiva actuales. Así que tenemos el grupo heterogéneo de amigos que representan una variedad racial y de orientación sexual adecuada a los cánones que hay que imponer en toda obra actual. Pero esto ocurre también en el grupo de cenobitas, los monstruos de la saga. Unos seres que vienen de otra dimensión pero en el que claramente hay que mostrar al cenobita negro o al asiático, que no haya dudas de que lo son, y en el que hay que convertir en mujer a Pinhead, el icónico personaje que está en el Olimpo de monstruos de los 80 junto a Freddy Krueger, Jason, Leatherface y Michael Myers.
El guión es mediocre, llegando a crear situaciones ridículas en las que dejas a estos seres supuestamente aterradores como auténticos peleles.

Resumiendo, que Hellraiser bien podría llevar el subtítulo de "cómo cagarse en un clásico de los 80 por enésima vez".