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Voto de Quatermain80:
7
Cine negro. Drama El jefe de una importante organización criminal es sospechoso de fraude fiscal. El agente del Tesoro Frank Warren y su compañero necesitan apoderarse de sus libros de contabilidad para poder acusarlo de evasión de impuestos. (FILMAFFINITY)
28 de febrero de 2011
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En plena eclosión del cine negro reivindicativo de la labor de las fuerzas del orden (así lo prueba la aparición, en poco tiempo, de títulos como "The great guy" de Blystone, "T-Men" de Mann o "He walked by night" de Werker y el propio Mann), un habitual de la serie B, como Joseph H. Lewis, hizo aquí su notable aportación al género.

Al igual que en la mencionada "T-Men" los protagonistas son los agentes del Tesoro, si bien aquí persiguen desvelar las cuentas ocultas de un gran jefe del hampa (léase Al Capone) y no la persecución de billetes falsos, como ocurría en la primera. El filme describe eficazmente la ley del silencio que atenaza a los posibles testigos, y también la brutal ferocidad con la que son liquidados aquéllos que osan colaborar con los agentes; se aborda, aunque no en profundidad, el alcance de la corrupción generada por estos grandes criminales, que alcanza a la policía, los abogados y los miembros del jurado de un juicio. Paralelamente se ensalza la labor de los hombres del Tesoro, que se enfrentan casi en solitario a una maquinaria basada en la intimidación y la codicia, cualidades negativas a las que oponen su incorruptibilidad (a Glenn Ford intentan sobornarle hasta tres veces a lo largo de la película) y su sentido del deber.

Pese a ciertas insuficiencias de guión y algún fragmento cuya utilidad narrativa no me queda muy clara, la película constituye un buen entretenimiento y un ejemplo de cómo se puede lograr un apreciable filme partiendo de recursos limitados; en tal sentido Lewis era todo un experto, pues apenas en contadas ocasiones pudo disfrutar de los medios propios de una película de serie A (una de esas pocas ocasiones daría como resultado la espléndida "Gun Crazy"). En este caso, adopta una perspectiva documental, pero rechaza el recurso tan manido de la voz en off, precisamente el que había consentido Anthony Mann -en mi opinión, equivocadamente- en "T-Men", que aborda temas muy similares y también con pocos medios. Frente al espléndido dramatismo que desprendía la fotografía de Alton en la obra de Mann, en esta encontramos un estilo correcto para el género, aunque más neutro. Destacan los distintos modos con que se ilustra la violencia, de forma indirecta en el admirable plano del cucurucho, o directa, en el eficaz y hermoso picado que nos muestra la persecución de un delator en plena calle.

El reparto, bien encabezado por Glenn Ford, cuenta con una amplia gama de secundarios cuyos personajes resultan creíbles y están en general bien interpretados, destacando Whitmore y Kelley, estupendo en su papel de abogado corrupto y corruptor.
Quatermain80
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