La cantidad de disparates que acumula la cinta es abrumadora. Que nadie ponga reparos (ni el shériff, ni el espeleólogo profesional) a la hora de montarse en un ascensor que lleva décadas sin funcionar tiene tela. También es de chiste obligar a la traumatizada superviviente de la primera parte a bajar de nuevo a las grutas apenas unas horas después de haber conseguido salir de ellas. Eso es terapia de choque y lo demás son tonterías. Como esposarse a otra persona cuando hay que saltar abismos insondables. El Barón de Münchhausen no podría haber tenido una ocurrencia mejor. Más inconsistencias. No sabía que un par de días sin luz ni alimento y a merced de las alimañas bastaran para convertir a cualquiera en el rey de la supervivencia. Incluso a las protagonistas de la película, pijas de revista Marie Claire. Una cosa es sacar el lado más animal en una situación límite y hacer algo de lo que te creías incapaz, y otra comportarte como un auténtico John Rambo. Masacrar a una legión de monstruos con un piolet, realizar increíbles acrobacias a lo Lara Croft (¡con la pierna malherida!) y pasar desapercibido entre una manada de fieras salvajes, vamos, lo más normal del mundo.
Giros inesperados. Cuando el grupo desciende a las grutas encuentra a aquella pájara que se lo hacía con el marido de la protagonista, la misma que, si la memoria no me falla, se quedaba atrás y caía presa de los monstruos. Para que nos entendamos: es tan inesperado como encontrarse a Chanquete en la segunda temporada de 'Verano Azul'. Inesperado, sí, pero por imposible.

En una escena de la película dos chicas caen en un foso de aguas infectas. Una coge un pegote misterioso que flota y se pregunta qué es. Entonces aparece, en lo alto del agujero, uno de los monstruos. No las ve. Se gira, asoma el culillo por el borde y se les caga encima. 'The Descent 2' es precisamente eso: una mierda arrojada a la cara del espectador.