Este cortometraje en la que se basó el filme “Doce Monos”, de Terry Gilliam, es una obra que destaca por su originalidad, pero el argumento resulta confuso para el espectador, por lo que se recomienda visualizar más de una vez.

Presenta un mundo post-apocalíptico muy típico de la ficción de los años sesenta, en la que grandes entidades gubernamentales oprimen psicológicamente a los seres humanos. El entorno es agobiante y parece dominado por un neo-fascismo basado en la prohibición de todo lo que puede dañar ese sistema.

La película está realizada a base de fotos inmóviles que recrean una realidad confusa y delirante, narrando la historia una voz en off. Se recomienda ver, pues gracias a sus escasa duración (25 min) no se hace demasiado larga.