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Voto de Antihéroe:
5
Drama. Romance. Comedia Marguerite no contaba con que le robaran el bolso al salir de la tienda. Y menos aún con que el ladrón tirara lo que había dentro en un aparcamiento. En cuanto a Georges, de haberlo sabido, no se habría agachado a recogerlo. (FILMAFFINITY)
17 de abril de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una auténtica tomadura de pelo de film donde el director se mofa de forma descarada de la visión irreal del amor heredada del cine romántico made in hollywood con otra irrealidad aún mayor de tono humorístico y esperpéntico propia de la mente enferma de un Resnais ya con 90 años de edad y pasadísimo de vueltas en el plano vital y artístico.

Todo está desarrollado desde un cinismo extremo y sin respetar en ningún momento al espectador, que espera en todo momento que la historia que se plantea suceda de una forma lógica siguiendo los parámetros clásicos usados en el cine mientras Renais le responde ante este hecho con una serie de despropósitos surrealistas, eso sí, magistralmente filmados.

Es una crítica mordaz al lado romántico del ser humano desde el punto de vista personal y cruel de alguien totalmente desengañado con éste. Nos quiere decir que el enamoramiento es una estupidez a base de contarnos estupideces y no desde una visión seria y madura que es lo que se supone. Es una obra maestra en cuanto a la premisa inicial, pero para nada en la forma de llevarla a cabo, aunque la película me entretuvo por el simple hecho de intentar buscar un significado a todo lo que se me planteaba.

También tiene mucho por parte del director de “para dos días que me quedan en el convento hago lo que me salga de los huevos porque todo me da igual” y otro tanto de “a qué si planto la mayor mierda del mundo en Cannes la crítica dice que es sublime porque la hecho un director de culto a punto de palmarla de viejo”… como así ha sido.

Me imagino a Renais rodando la película descojonándose de la risa, ya que no es hasta el final del film cuando se nos muestra que se han estado riendo de nosotros en la puta cara durante hora y media de metraje. Llegados a este punto las reacciones pueden ser variadas, pero la mía al abandonar la sala fue la más natural: una sonrisa amplia dibujada en la cara diciéndome a mí mismo entre dientes: “qué hijo de puta… qué hijo de puta…”
Antihéroe
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