La verdad que cada vez que Disney (o a lo sumo, la propia industria hollywoodense) encuentra una fórmula efectiva, esta es explotada hasta la saciedad. Después de exprimir esas horribles segundas partes directas al mercado doméstico, que no hacían sino glorificar a los films originales, llegaron los remakes digamos, con personajes reales (lo que han hecho con "El Rey León" ya es otro cantar). Vienen sucediéndose ya desde hace unos años que, con cuenta gotas, estrenaban algún que otra adaptación del clásico de turno (léase "La Cenicienta", "Alicia en el país de las maravillas" o incluso el "Hook" de Spielberg).

A raíz del éxito comercial de la versión de "La Bella y la Bestia" de Bill Condon, parece que la maquinaria se ha puesto en marcha para no dejar títere sin cabeza, y llevamos una temporada donde se anuncian las nuevas adaptaciones que están por llegar.

Al menos, el contar con un director con cierta personalidad en el campo como para no repetir esquemas ya conocidos, y otorgarle algo de imaginería al conjunto, es un aliciente al enfrentarse al visionado de la película, más allá por la curiosidad que suscita la transformación de personajes. El Dumbo de Tim Burton juega con ventaja en ese aspecto, o al menos esa era la intuición primogénita. Es sabido que el director se mueve como pez en el agua en esos mundos de cuento y ensoñación, con su ya característico puntito macabro.

Por ello, manejar los elementos del film original, donde casi toda la acción transcurre entre las carpas de un circo (con sus respectivos freaks), y tratar un tema tan recurrente en su filmografía, como es el ser marginado que finalmente logra sobreponerse a sus defectos/frustraciones, parece ser hecho a medida de Burton. Pero, aun remando a su favor, el conjunto no acaba de ser totalmente satisfactorio.

Se nota cierta desidia en su manejo de la acción, mostrando cansancio en algunos pasajes, que se traduce en frialdad hacia el espectador, sobretodo en la primera parte del film, donde el director se ve obligado a seguir firme los pasos del film original. La "colaboración humana" se muestra algo forzada en la historia, intentando conseguir desesperadamente la emotividad a través de unos personajes que no consiguen alcanzarla (ni los niños, ni el padre, ni el resto de integrantes del circo). Por suerte para todos, donde el nuevo "Dumbo" vence, es en diseño del elefantito, con esos adorables ojos azules, que consiguen transmitir con un solo pestañeo, lo que no han podido el resto de los actores en toda la película (salvo Eva Green y Michel Keaton, que se lo pasan en grande).

Es en su segunda parte, donde por fin el director se libra del corsé establecido por el film del 41, en la cual se deslumbra el film que debería haber sido desde el principio. Haciendo gala de su particular visión, Burton crea toda una artillería visual, retratando ese parque de atracciones en el que todos desearíamos estar, donde la imaginación se desata en cada rincón. También la trama se aleja de lo establecido para centrarse en un alegato ecologista, tal y como marcan los actuales cánones reivindicativos, siendo esta mucho más interesante que la anterior.

Al final, la sensación que uno percibe del correcto acabado es que, partiendo de todos los elementos de los que disponía, el director podría haber ofrecido muchísimo más de lo que finalmente da, quedándose en un entretenimiento más, sin hacer justicia al entrañable original y cayendo en el olvido dentro de toda esa amalgama de remakes de la compañía.

Lo mejor; Los guiños constantes que se hacen al film original (desde el diseño de la locomotora hasta la mítica escena de los elefantes rosas) y el diseño del pequeño paquidermo.

Lo peor; La frialdad del conjunto, que no consigue emocionarnos lo suficiente (como sí hacía el original, ¿a quién no se le ha caído alguna lágrima en la escena de la visita nocturna de Dumbo a su encarcelada madre?)