Zelig de Woody Allen, es una comedia y falso documental biográfico, basado en un hombre ficticio camaleónico en la década de los años 20 y 30. Dirigida con un ritmo vertiginoso y desenfrenado y con un sutil y curioso estilo, parte de la idea original y única de realizar un falso documental contado como una historia real. Realizada de modo perspicaz y novedoso, obtiene un resultado asombroso y arrollador que solo puede salir de la cabeza de Allen.
La fotografía, es en blanco y negro en la parte de falso documental y en color en las entrevistas, mezcla imágenes de archivo reales con película, combinando los personajes reales y los ficticios con mucha originalidad, dando sensación de reproducciones antiguas. La música, es sugerente de los años narrados, siendo esta melódica y rítmica, estimulando y dando inquietud en ciertos momentos en un sutil acompañamiento de la acción. Con unos planos y movimientos de cámara sobrios, con uso del detalle, cámara en mano y voyeur, como si de un documental se tratase, en un lúcido y astuto trabajo técnico.
Las actuaciones, son curiosas y distintas, al formar los protagonistas parte de la historia. Participando en el experimento Woody Allen y Mia Farrow que son los principales, y con interpretaciones de Gale Hansen, Stephanie Farrow y Garrett Brown entre otros. Empleando para estos, unos vestuarios y caracterizaciones sugerentes al momento y lugar en cuestión, siendo clásicos y estéticamente elegantes en su mayoría, aunque algunos en base a sus personajes en una bien elaborada dirección artística.
El guion, escrito por el mismo director, es algo confuso, raro e inaudito ya que, aunque está argumentado con interés, es bastante abstracto, pero desde luego cómico y sorprendente en definición. Empleando para llevarlo a cabo, una narrativa con voz en off explicativa durante todo el film, con tono académico e intachable, como en un auténtico reportaje. Y cabe destacar, el montaje peculiar, mezclando imágenes de archivo con reales en blanco y negro y color, siendo por tanto muy innovador y creativo.
Concluyendo, la considero una obra original y distinta en su idea de falso documental, muy diferente al resto de sus films al ser un experimento que es acertado y sorprendente. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, vestuarios, caracterizaciones y narrativa que convierten a Zelig, en una comedia inesperadamente interesante y entretenida, en especial para los seguidores del singular cineasta neoyorkino, y los buscadores de comedias singulares, insólitas y atrayentes.