Una vez más los americanos compran los derechos de una serie para hacer un remake " a su manera". En esta ocasión, tocan el "noir-nordic" que tanto nos está gustando por Europa, pero con escaso éxito, en mi opinión.

Fuera de comparaciones odiosas entre este remake americano y la original noruega "Øyevitne", que trata sobre la preponderancia y el control por el tráfico de drogas entre una mafia del Este y unos moteros noruegos, y la relación de dos jóvenes recién salidos del armario y a los que les cuesta hacer pública su relación que tras un encuentro con los narcotraficantes presencian un asesinato, la relación entre ambas tramas toman caminos diferentes.

En cuanto a la que nos ocupa, la relación homosexual entre Phillip y Lucas va fluyendo como si del hilo principal se tratara, con sus encuentros y desencuentros, mientras el thriller va por otro lado, con la única actuación salvable de Julianne Nicholson, la sheriff del pequeño pueblo del Estado de Nueva York donde se desarrollan los hechos, y donde un renegado del FBI al que conocemos inmediatamente se lanza a realizar unos asesinatos absurdos y sin ningún fín conocido más allá que su gusto por asesinar y salir impune de ello en una confusa trama que salta de un lado para otro con escaso interés.

Quizás lo único salvable es esa obsesión de Lucas por ocultar sus sentimientos hacia Phillip y su verdadero pánico para hacerlos públicos, en una situación que se antoja real en esta sociedad machista en la que todavía vivimos, y más si tenemos en cuenta el exacerbado puritanismo norteamericano.

Aprobado, 5.