Otra de las innumerables películas que expresan la tensión racial a lo largo y a lo ancho de todas las ciudades y pueblos de EEUU. No sirvió la Guerra de Secesión ni la abolición de la esclavitud que le costó la vida a Lincoln, ni las diferentes estrategias que a lo largo de los años han pretendido integrar a los afroamericanos descendientes de los esclavos con la mayoría negra, el virus del racismo está latente y salta y se expande a la mínima como vemos casi a diario en las noticias.

Esta película, con formato de telefilm, goza de un lujo de actores en su reparto con Julianne Moore en otro de sus convincentes papeles, y el camaleónico y prolífico Samuel L. Jackson, uno de los mejores y menos reconocidos actores de raza negra. Parte de un delito casual que se repite hasta la saciedad en Estados Unidos, lo que ocurre es que en el coche robado estaba el hijo de Julianne, lo que da pie a una gran investigación policial rodeada de racismo con un final menos previsible de lo esperado.

Un 6 es mi valoración.