La cámara (y nosotros como espectadores) seguimos al protagonista desde su espalda… como una sombra. Darren Aronofsky se pasa al docudrama aunque escribiendo sobre “The Wrestler” desde la percepción de su posterior proyecto, “El cisne negro”, uno puede entenderla como punto intermedio hasta la que me parece su mejor y más completa película. Los golpes de la vida aquí los recibe su protagonista y rostro que rellena completamente la cinta junto a Marisa Tomei.
La inadaptación tras el éxito hace mirar ahora este filme con la consecución realizada por Natalie Portman. Nina se plante en “El cisne negro” la culminación absoluta del éxito como la perfección total sin importar los riesgos y las pérdidas. Después de eso nada tiene sentido ya que todo forma parte de una lenta caída hacía el fracaso, a la indiferencia y el olvido que vive en la otra piel de su Margo particular llamada Beth Macintyre.

Pero aquí vivimos el tono crepuscular y casi el final de la caída de una vieja estrella de la lucha libre de los 80, interpretado formidablemente por Mickey Rourke, que malvive en una caravana y cuya vida familiar se asocia al estado en el que se encuentra. Malos trabajos y exhibiciones con trampa y con un duro cartón.
Rodaje en tiempo récord y presupuesto paupérrimo. Premios y nominaciones por doquier. Nuevo lema de Aronofsky que pone a sus personajes en extremos que encumbran la superación personal bajo todo tipo de incertidumbres y pesos dramáticos. Si alguien que no tiene casi nada le quitan aquello que llena su espíritu poco le queda. El riesgo y una nueva aventura que es vivir se convierte en la más difícil de todas: rearmar su vida sentimental y familiar se torna en lo más complicado.
Pueden volver los fantasmas de “Fat City” pero aquí el cineasta se pone al servicio de la historia para brindarnos buenos momentos en un filme que asemeja su estructura a la de un combate de lucha libre. Caídas y reanimaciones en una sucesión de cuentas atrás que pueden dejar al luchador KO pero que se levanta cual ave fénix para volver a saltar… directamente a nuestras retinas y corazones.