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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
8
Drama Texas, principios del siglo XX. Una historia sobre la familia, la avaricia y la religión. Daniel Plainview (Daniel Day-Lewis) se traslada a una miserable ciudad con el propósito de hacer fortuna, pero, a medida que se va enriqueciendo, sus principios y valores desaparecen y acaba dominado por la ambición. Tras encontrar un rico yacimiento de petróleo en 1902, se convierte en un acaudalado magnate. Cuando, años después, intenta ... [+]
25 de julio de 2010
130 de 145 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los expertos dicen que al capitalismo le quedan menos de cincuenta años de vida. Cada ciclo, afirman los analistas, no supera los doscientos cincuenta años; y se acerca su fin.
No desaparecerá, como la materia, sino se transformará en ‘algo’ que aún está por determinar.

Con “Pozos de ambición”, ¿qué ha ocurrido? De todo un poco. Nominada pero no oscarizada, con críticas excelentes y otras no tanto. Sobre todo se ataca a lo de siempre: el cine de no-masas es tildado de aburrido aunque contradictoriamente entra en la lista de películas más votadas por los usuarios de imdb; también a ese Daniel Day-Lewis que actúa y sobreactúa según el gusto y criterio y que se lleva otro Oscar por un actuación preparada y memorable.

Anderson en “Pozos de ambición” remite a los orígenes en su arranque; cine puro con la banda sonora magnifica de Jonny Greenwood, componente de Radiohead.
Hay una secuencia magistral: unos raíles de tren en plano general. Obviamente nos remite nuevamente al cine mudo pero observamos que un coche avanza por un camino a su derecha. Anderson utiliza esos raíles para un travelling retro, girando la cámara, siguiendo la acción. Esa marcha no sólo justifica el necesario movimiento descriptivo sino que justifica un movimiento de cámara fundamental en el cine.

¿Y del texto? El capitalismo es falso, grandilocuente, vampírico. Los expertos le dan menos de 50 años de vida pero en sus inicios fue letal: aliado con la religión, legado de sus antecesores, desde el feudalismo a la era industrial se ha ido adaptando. Adaptando y creciendo en número de muertes para construir la ostentación, sus propias pirámides representativas de cada impero hermanadas a las muertes para dar vida al ser, al capitalismo. No huyan de él porque no es lobo, nosotros también formamos parte de la manada.
El capitalismo no entiende de familia: no tiene hijos, no tiene hermanos, no tiene mujer. Lo que tiene “Pozos de ambición” es una puesta en escena ejemplarizante, dotes de gran cine americano, negro como el petróleo… grande y pesado como el acero que soporta toda su historia.

Aquí yacen Welles, Kubrick o Mallick. Emerge la podredumbre del otro lado del éxito, del sueño americano, a una pérdida de la humanidad que alguna vez tuvo. Puede que sea más negra para Anderson que para Welles. No hay ‘Rosebud’ que valga aunque sí hay cierta predisposición del personaje por abarcar su desparecido pasado en ese supuesto hermano que se presenta. Falsos profetas y decepciones como la de la tensión con un hijo adoptado que no obedece a lo que se esperaba de él. Así es y ha sido Anderson.
Porque “Pozos de ambición” se convierte en ese líquido negro que durante siglos carecía de valor y se convirtió en el santo y seña de unos valores que nos preceden y siguen dando bandazos. Es puro petróleo y sangre cinematográfica.

He acabado.
Maldito Bastardo
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