‡ Edad de Piedra: Un cuentacuentos narró la historia de una rata que quería ser cocinera. Antes de que acabase con el prólogo (no llegó ni a decir que era azul y más limpia que los baños de la Zarzuela) le molieron a pedradas hasta la muerte.


‡ Edad de los Metales: Un cuentacuentos narró la historia de una rata que quería ser cocinera. Antes de que llegase a los veinte minutos (no llegó ni a decir que la rata es esquizofrénica y mucho menos que se le aparece el espectro gabacho de Arguiñano para ayudarle a conquistar a los más duros críticos gourmets de Paris) fue atravesado por miles de lanzas y fechas (de cobro, bronce y hierro).


‡ Edad Antigua: Un cuentacuentos narró la historia de una rata esquizofrénica, prima ratera del niño de “El sexto sentido” y Hamlet, que quería ser cocinera (pudo añadir que además un gran chef y con nacionalidad francesa —al parecer las ratas pueden pedir asilo) se infiltra en el restaurante del espectro. Antes de que llegase a contar que la rata aparte de hablar con otras ratas puede leer los labios (dentro de un bote de cristal al vació dudo mucho que aparte de acabarse en cierto punto el oxígeno SE ESCUCHE ALGO… y menos ¡SIENDO UN RATA!) fue cortado en miles de trozos por un brutal amasijo de espadazos.


‡ Edad Media: Un cuentacuentos narró la historia de una rata-médium-aspirante-a-chef-con-papeles-infiltrada-y-lectora-de-labios-amiga-de-un-lavaplatos que además ejerce el periodismo de investigación y es cleptómana. Antes de que pudiese contar que la rata consigue controlar a su amigo humano tirándole de los pelos de la cabeza (no sabemos en qué parte del cuero cabelludo controla el medio eréctil masculino) y además preparar excelentes platos de cocina fue quemado vivo cien veces.


‡ Edad Moderna: Un cuentacuentos narró la historia de una rata hurtadora que sueña con ser un chef pero antes de que pudiese empezar le pisotearon cien caballos ya que había huelga en la fábrica.


‡ Edad Contemporánea (en el Siglo XXI o Edad del pavo cinematográfica): Un cuentacuentos llamado Brad Bird narró a través de una película de Pixar, “Ratatouille”, un refrito de lo que habían descrito los anteriores cuentacuentos.
Pese a que una rata siempre es una rata Bird introdujo hasta la la magdalena de Proust. Finalmente el cuentacuentos pudo acabar su historia. No le llovieron piedras, lanzas ni flechas. Tampoco hubo espadazos ni hogueras humanas y mucho menos caballos. A Brad Bird y Pixar les cayó un Oscar (nominada a cinco), críticas descomunales y elegida como el cuento más bonito del nuevo siglo.

Cosas de la edad.