Con esta ínfima y mediocrísima película Pedro Almodóvar confirma lo que sabe hacer: filmar de manera arbitraria y vacía conflictos tratados externamente, tal vez por pura provocación, acaso por llenar las arcas.

Pese a su nula categoría intelectual, esta "película" es ante todo un intento de escalar enteros sin conseguirlo: anclado en el sainete de cuarta, Almodóvar, por un momento, quiere jugar a ser Bergman. Y el resultado es un despropósito donde el mal gusto y la mentecatez afloran por todas partes.

Incapaz de ofrecer nada más que una crítica superficial y barata de la Iglesia, lo peor de todo empero radica en la incapacidad del "cineasta" para articular un discurso comprensible, puesto que la puesta en escena no funciona, de puro gratuita y arbitraria.

Comentario aparte merece el empleo del color, del que Almodóvar parece creerse maestro absoluto: sin querer decir nada, al menos es vistoso, lo que le permite a su director de fotografía lucirse un poco. Aunque a la larga lo único que prevalece es la estética de spot publicitario, algo muy presente en los embolados de su firmante.

Film infecto y simplificador, 'La mala educación' es un film que ofende la inteligencia del espectador sensato y racional. Los dislates que tienen cabida en ella sólo pueden satisfacer a un auditorio de convencidos -y Almodóvar lo tiene, ¡y bien nutrido!-. Lo demás es pura nadería.

'La mala educación', podemos decir sin errar, es uno de los mayores engendros de la historia del cinema español, una nueva confirmación de que su pésimo director todavía no ha aprendido el oficio. El resto es marketing.