Película que tanto por la música como por los guionistas y el juego de la fotografía huele demasiado a 'Gladiator'. Ello no impide que, personalmente, la historia me interese mucho más que la de Ridley Scott.

En general es entretenida, no tiene nada de empalagoso, nada que abuse en exceso de amores imposibles, de intrigas cortesanas ni de falsas amistades. Los elementos personales son limitados, mezclando con soltura estos con las escenas de acción, que si bien un poco sobreactuadas resultan, por lo general, creíbles.

Históricamente, la película carece de sentido alguno. Si bien la caracterización del atrezzo romano, del paisaje, de algunas expresiones o referencias son pasables, el resto de la historia es totalmente inventada. No es sólo que la mítica leyenda del rey Arturo juegue con elementos históricos del final del imperio romano, en torno a la mitad del siglo V d.C., sino que algunas relaciones en torno al funcionamiento imperial carecen de sentido. Sin embargo, esa 'licencia' que se han tomado para inventarse y mezclar churras con merinas es cuanto menos exótica, una jugada arriesgada que no les ha salido del todo mal. Pero no se crean todo lo que vean.