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España España · Oviedo
Voto de Gould:
8
Drama Tres hermanas asisten a una fiesta en honor a Teddy Roosevelt y allí encontrarán las tres a sus futuros maridos. Helen se casa con un millonario que no la quiere, Grace con un hombre humilde, y Louise se casa con Frank. Louise y Frank se establecen en San Francisco, pero él pierde su trabajo por pedir un aumento de sueldo. La frustración lleva a Frank a abandonar a su mujer. Años después, coincidirán en otra fiesta, donde le pedirá una ... [+]
17 de enero de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran director Anatol Litvak nos entrega otra gran película, un melodrama romántico, suerte de continuación de “Mujercitas” en estilo verista, que pone en escena la historia de los enredos sentimentales de las tres hermanas Elliot, centrándose en especial en la hermana mayor Louise –interpretada por Bette Davis- y su matrimonio con un alcohólico periodista deportivo –Errol Flynn- en permanente guerra consigo mismo y con su propia insatisfacción. La película se abre con la elección del presidente Teddy Roosevelt en 1904 y finaliza con la de William Taft en 1908 y entre ambos acontecimientos se desarrolla esta bonita historia de amor que permite a Litvak un trabajo certero, más plano que en otras de sus grandes películas, pero sin que decaiga en ningún momento el relato de las andanzas de este matrimonio feliz y desafortunado a un tiempo. Posiblemente sobren algunas escenas, como la del boxeo e incluso si me apuran, pese a su sobrecogedora brillantez, la del terremoto de San Francisco, porque no aportan nada al discurrir sentimental de estas tres hermanas, de estos tres caracteres diferentes pero complementarios. Resulta curiosa, eso sí, la pareja formada por Bette Davis y Errol Flynn –solo rodaron otra película juntos: “La vida privada de Elisabeth y Essex” (1939) de Michael Curtiz - y pese a lo que todos ustedes puedan estar pensando el trabajo de Flynn roza la excelencia y está a la altura de la Davis, con una sensible interpretación de esta pobre víctima de sus propios demonios, lo que tiene gran mérito por cuanto su personaje no está del todo bien construido y la película está al servicio casi en exclusiva de la rutilante estrella que venía de ganar un Oscar en su anterior éxito “Jezabel” (1938) dirigido por William Wyler. Capítulo aparte merecen los extraordinarios secundarios como Allan Hale –compañero de tantas películas de Mr. Flynn- y en especial los irrepetibles Henry Travers y Beulah Bondi como bondadosos padres de las chicas. Grande Litvak.
Gould
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