No creo que sea la única persona que hace diez años descubrió una fascinante película de ciencia ficción que se alejaba de cualquier tópico creado hasta entonces. Tocaba temas que a los humanos nos inquietan profundamente con una compleja sencillez, sin sobresaltos, sin músicas estridentes ni imágenes sobrecogedoras, no hacía falta, el brillante y apasionado diálogo entre amigos, bastaron para mantenernos durante dos horas soñadores e identificados con cada una de las frases que escuchábamos. Nos hubiera bastado con eso...o acaso no?

Quizá Schenkman pensara lo mismo entonces, o quizá ya lo tuviera en mente...y decidió continuar el diálogo más allá, pero el resultado no fue lo que esperábamos; nos hubiera bastado con otra habitación y un fuego cálido en el que acunar nuestras fantasías e ilusiones. Me encantaría decir esta segunda parte ha continuado llenando el vacío existencial, pero no puedo. Se ha quedado muy lejos en todo, en el concepto, en la pantalla, en el contenido, en los personajes...Aún así y por nostalgia, no puedo puntuarla por debajo de cinco.