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Voto de Cinero_Simplon:
8
Drama España. Verano de 1936. El célebre escritor Miguel de Unamuno decide apoyar públicamente la sublevación militar que promete traer orden a la convulsa situación del país. Inmediatamente es destituido por el gobierno republicano como rector de la Universidad de Salamanca. Mientras, el general Franco consigue sumar sus tropas al frente sublevado e inicia una exitosa campaña con la secreta esperanza de hacerse con el mando único de la ... [+]
19 de octubre de 2020
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra vez Los Otros, pero esta vez no son habitantes entre espectros, sino fantasmas del pasado. Franco se refiere a Los Otros como los del otro bando, en ese momento en el que Unamuno se da cuenta de que todo está perdido y no le queda otro remedio que claudicar. "Nosotros les dejamos confesar antes de morir para ir al cielo, los otros ni eso". Pues eso. Una vez más, Amenábar, como en Mar Adentro, como en Ágora, como incluso en Los Otros, poniendo su mensaje de fondo contra la iglesia católica que corrompe ideas y domina el mundo con lengua viperina y látigo de fuego.
Cuando Franco se ve reflejado en el Cid y comprende que debe ser el salvador de España, "Un buen católico", dice, o cuando hace suya la idea de Unamuno de una "Civilización cristiana occidental" a la que hay que salvar, regresando a casa y, en silencio, arrodillándose para rezar junto a su mujer y a su hija, en esos momentos entendemos que, detrás de cualquier idea política, subyace, por encima de todas, una idea religiosa. Los otros mueren por pecadores, aunque pueden confesar e ir al cielo, mientras que ellos mueren por España. Siempre esa idea de España con la que atacar a los demás.
Aún con todo, el filme no es del todo partidista, contándote un episodio de la historia desde las mismas entrañas. Un episodio tan importante y trascendental como es la declaración de Franco como generalísimo de los ejércitos. Como Franquito el cuquito, yendo a lo suyito, es capaz de pasar por encima de la junta militar haciendo poco ruido pero partiendo muchas nueces.
Y mientras todo sucede, Unamuno, el muchas veces cobarde Unamuno, siempre agachando la cabeza ante los hombres violentos, ve como su castillo de naipes se desmorona y sólo es capaz de ser valiente una vez cuando ya todo está perdido. Es ese momento tan recordado en la historia de la ciudad de Salamanca en la que Millán Astray declaró aquello de "Mueran los intelectuales".
Un Millán Astray, por cierto, muy bien trabajado por ese camaleónico actor llamado Eduard Fernández, que algún día será reconocido como el mejor mientras el resto ganan sus premios y sus portadas.
Amenábar es un magnífico director de actores y de escenas; un escenógrafo excelente que gusta de retratar el mundo desde la simplicidad de un plano corto cuando los hombres de juegan su futuro y de una fotografía extraordinaria cuando nos quiere mostrar la belleza de un pasado que aún sigue presente en algunos rincones de Salamanca.
Cinero_Simplon
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