Dejo de lado aspectos artísticos y me centro en el mensaje.
Admiro el hondo sentido que Cristo da al dolor y a la muerte. Ya hace veinte siglos, según atestigua San Pablo, para muchos eso era "escándalo y locura". Al leer las críticas a esta peli, constato el mismo rechazo.
Comprendo y respeto que muchos no entiendan ese hondo sentido que vivió Alexia, pero si lo denigran, como Fresser, tengo la impresión de que tienen un problema de honestidad. Tienen todo el derecho del mundo a proponer una alternativa al sentido cristiano de la vida y de la muerte, pero pierden credibilidad si lo hacen denigrando a quienes piensan de otro modo. Si los familiares de la difunta protestan, dicen que están manipulados; sin embargo, ellos mismos defienden una película claramente manipuladora, pues no aparece ni un solo católico simpático. ¿A quién le pica la verdad?
Curiosamente, se parte de un postulado asumido sin sentido crítico: los católicos coherentes son unos borregos a quienes les han comido el coco. Sin embargo, ¿qué decir de quienes se pliegan ciegamente a los dictados de lo que Benedicto XVI llama "la dictadura del relativismo"?
¡Viva la libertad de expresión, pero que sea honesta y respetuosa!