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Voto de Archilupo:
9
Drama. Fantástico George Bailey (James Stewart) es un honrado y modesto ciudadano que dirige y mantiene a flote un pequeño banco familiar, a pesar de los intentos de un poderoso banquero por arruinarlo. El día de Nochebuena de 1945, abrumado por la repentina desaparición de una importante suma de dinero, que supondría no solo la quiebra de su banco, sino también un gran escándalo, decide suicidarse, pero cuando está a punto de hacerlo ocurre algo extraordinario. (FILMAFFINITY) [+]
5 de septiembre de 2009
113 de 119 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Es bello vivir?

Según expone Capra con entusiasmo, sí.
Pero para captar esa belleza, primero hay que pasarlas canutas, llegar a estar con los pies en la barandilla del puente, desesperado.
Interviene entonces un ángel de segunda, vejete y canoso, dispuesto a ganarse de una vez las alas.

¿Es tan desesperante la vida?, pregunta el ángel. ¿Quieres no haber nacido? Pues ahora verás cómo sería todo si no hubieras existido: tu vida sin ti.

Como un diablo cojuelo, lo lleva por una ciudad echada a perder sin su influencia benefactora. Porque el desesperado, George Bailey, es en el fondo un hombre bueno, el buen americano medio de los años 40, honrado y luchador, demócrata, liberal y solidario, como el propio Capra y como Stewart mismo, que en esta obra se identifican al máximo.

El artificio de “Cómo sería todo si…”, casi siempre una fiesta para la imaginación, funciona aquí a las mil maravillas, y sirve para reconciliar a George Bailey con una vida que se le había envenenado.
Está además el ritmo con que se suceden las situaciones, la contundencia de los diálogos (Dalton Trumbo y Dorothy Parker dejaron su impronta, aunque no figuren en créditos).

James Stewart cuaja de matices al protagonista: al hombre decente y cabal añade humor, idealismo y locura. Y con la locura trenza bondad, valentía moral. No es simple “buenismo”. La diáfana exposición de la lógica económica del avaro no es ingenua. Cíclicamente, ese tipo de avaros potentados que necesitan acaparar la riqueza de los demás y empobrecerlos reaparecen y se nos hacen muy familiares.

Visto que los hilos del argumento los mueve un ángel anciano y sin alas, agente segundón de la providencia, la verosimilitud podría ser un problema. Pero daría lo mismo si el cuadro religioso fuese hindú o sintoísta en vez de cristiano: la fuerza y maestría narrativa, el poder del detalle, son descomunales y capaces de insuflar vitalidad a lo que sea.

Si incluye películas como ésta… ¡qué bello es vivir!
Archilupo
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