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Voto de Archilupo:
5
Drama En 1919, tras el fin de la Gran Guerra, París volvió a una intensa vida nocturna, y en el Café Rotonde, refugio de artistas, hay una mesa compuesta por hombres destinados a hacer hablar de ellos: Picasso, Rivera, Stein, Cocteau, Utrillo y Modigliani. Picasso y Modigliani se encuentran y comparten el protagonismo, pero hay una rivalidad entre ellos que se puede percibir a simple vista, están celosos el uno del otro. Modigliani tiene una ... [+]
7 de septiembre de 2009
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un rótulo previo advierte que la película se inspira libremente en personas reales para desarrollar una ficción.

Es la historia romántica de un gran amor, exaltado y trágico, y una enconada rivalidad entre artistas de talento (al estilo de la atribuida a Mozart y Salieri), en la atmósfera bohemia del París de entreguerras.

Los personajes escogidos son Modigliani, su musa y compañera Jeanne Hèbuterne, Picasso y otros creadores de renombre: Diego Rivera, Soutine, Derain, Lipchitz, Cocteau, Kisling, Utrillo, etc. El momento, el último año de la vida mujeriega del autodestructivo Modigliani, prematuramente minada por el tabaco, el vino, la toxicomanía y la tuberculosis.

Al italiano lo interpreta Andy García con oficio, sin más; a Picasso, el cómico británico de origen iraní Omid Djalili. Cabe preguntarse si, por error, el servicio de documentación pasó al encargado del casting fotos del Oscar Wilde tardío en lugar de las de Picasso. El pintor malagueño, que era pequeño, enérgico y fogoso (aparte de, en su campo de la plástica, uno de los principales pensadores del siglo XX), es presentado aquí como un tipo orondo, fofo, lánguido y, por añadidura, vil y despreciable, retratado con ánimo tan denigrante que, además de no guardar el menor parecido, ni siquiera tiene rango de caricatura. Cada vez que aparece en pantalla, la calidad del film desciende un peldaño.

Por otra parte, en esta presunta relación de odio y rivalidad irreductibles entre dos grandes pintores entregados a la creación de su obra, no hay una palabra sobre pintura, sobre concepciones artísticas o estilos en pugna. Es enfocada como la de dos cowboys ante el “saloon”, a punto de liarse a tiros, o la de dos pandilleros que se provocan, en lucha por el territorio.
En este aspecto, el guión flojea lo suyo.
Sin embargo, Modigliani era un tipo cultivado, con formación académica y devoto de la poesía antigua. Picasso frecuentaba tertulias donde se fraguaban las vanguardias estéticas. En 1919, año del relato, Picasso había consumado la revolución cubista mano a mano con Braque. Modigliani, en su personal orientación figurativa y clásica, había adoptado del cubismo recursos de tratamiento del volumen y el interés por la escultura africana, su estilización de la figura. No consta tanta tirria entre ambos.

El temor a que el director sea poco conocedor de los pintores en que se apoya al urdir esta fantasía es confirmado cuando se muestran cuadros supuestamente pintados por Vlaminck, Kisling o Utrillo, en especial este último: ¡nada que ver!
No sólo ignorancia sino falta de asesoría, algo chocante en una coproducción cara, que cuida los escenarios, la fotografía, el vestuario, la ambientación en general, que sí está conseguida.

De las películas sobre pintores, es de las que menos se ocupan de la propia pintura. Si puede considerarse finalmente pasable es por el interés que pueda despertar hacia el verdadero Modigliani o hacia “Los amantes de Montparnasse”, de Jacques Becker.
Archilupo
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