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Voto de Archilupo:
8
Drama Rumanía, 1987: el país se encuentra bajo el férreo régimen comunista de Ceaușescu. Otilia y Gabita son estudiantes y comparten habitación en una residencia. Gabita está embarazada, pero no quiere tenerlo. Las jóvenes acuerdan un encuentro con un tal Mr. Bebe para que le practique un aborto ilegal en la habitación de un hotel. (FILMAFFINITY)
13 de noviembre de 2008
41 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
El movimiento DOGMA quiso purificar el lenguaje cinematográfico. Prescindió de recursos que adulteraban la autenticidad exigible a las películas y planteó, con su radical criterio, un decálogo de requisitos.
Así que nada de efectos, música, trucajes ni platós: cámara en mano, sonido directo, etc.

Aunque la acción retrocede unos años (se reparten unos cuantos Renault-12 por las calles, y un par de uniformes añejos), “4 meses, 3 semanas y 2 días” cumple de por sí bastantes mandamientos de DOGMA. Pero va por libre.

Aborda desnuda y frontalmente una historia áspera, por no describirla desde ya mismo como horrible: la experiencia de someterse a una interrupción de embarazo practicada clandestinamente en un Estado policial, y la expresión ‘someterse’ se carga aquí de las implicaciones más degradantes.

Sin abrigos estilísticos, en intensivo tiempo casi real conseguido con hábiles elipsis, la narración acompaña desde la residencia estudiantil hasta el hotel a las desgraciadas amigas, forzadas a maniobrar entre la tupida red policial injertada en cada edificio.
Innumerables vigilantes, de uniforme o de paisano, ojos tentaculares ubicuamente repartidos y prestos a la denuncia, la delación, el chantaje. En cualquier momento, incluso en la nimia compra de un paquete de rubio de contrabando, puede sonar la temible voz. “¡A ver, el carnet!”.

La película crea, más que recrearla, una atmósfera personalizada de sistema dictatorial, y es uno de sus logros mayores. No análisis: vivencia inmediata. Percepción de la realidad concreta: lo mal que se respira al saber que, por mera fatalidad, cualquiera puede ser raptado por la policía secreta (aquí se llama Securitate; se podía llamar PIDE, Stasi, BPS…). El terror implantado en la médula. El pánico íntimo en las calles de tierra, sin apenas alumbrado, sólo porque una silueta camina cerca, por simple coincidencia, y sus pisadas se vuelven infernal amenaza en la noche negra.

Los planos sostenidos registran inmovilidad y silencio hasta el límite de la tensión dramática, mientras como azucarillo esa tensión se empapa de uno de los terrores más asfixiantes: que la putrefacción moral no haya terminado de mascullar sus exigencias, no haya parado aún de mostrar su rostro de cucaracha humana.

DOGMA se fue liando pronto en una escolástica de rígidas postulaciones. Esta valiente película rumana, seguramente por volcarse a fondo en la creación, sin pensar en retóricas ni siquiera para esquivarlas, llega mientras tanto por un atajo al sencillo objetivo: una verdad artística. Ni más, ni menos.


(8,5)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Archilupo
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