Era solamente un niño cuando cometí el error de ver esta película. En aquéllos tiempo remotos, disfrutaba con todo el cine de acción de Schwarzenegger, Stallone y compañía. Veía sagas al completo sin pestañear, disfrutaba igual con la primera de 'Rambo' que la tercera parte de 'Desaparecido en Combate'. Era un niño, no tenía bien desarrollado el criterio de lo que era una buena y una mala película. Hasta que llegó la segunda parte de 'Los Inmortales'.

Fue en aquel momento cuando sentí por primera vez vergüenza ajena viendo una película, descubriendo que se habían pasado por los cojones todo el universo construído en la primera parte de la saga. Moriré con la cabeza cortada y sin entender quién tuvo la idea de convertir a los inmortales en extraterrestres exiliados. El resto es pura magia: Resurrecciones de personajes sin sentido alguno, villanos de opereta y escenas que hacen pensar que estamos viendo una parodia y no una secuela.

¿Cómo se llegó a tal despropósito? Entre otros elementos, el rodaje fue de todo menos tranquilo. La mayor parte de la realización se llevó a cabo en Argentina, donde Lambert y Connery se lo pasaron de puta madre haciendo ruta por todos los bares del lugar y, dicen las malas lenguas, que fueron víctimas de estafas por falsos empresarios. Por si fuera poco, Connery acabó el rodaje con una denuncia por acoso sexual de una ayudante de dirección

A todo esto hay que sumar los intentos de abandonar el rodaje por parte de gran parte del equipo, incluyendo al director y al propio Lambert, que cuando leyó el guión quiso irse a su casa, aunque no pudo por cuestiones de contrato.

En definitiva, un despropósito en todos los sentidos que no hace más que cagarse en la primera película. Posteriormente se intentó enmendar el argumento con otras tres secuelas que obvian en gran parte todo lo narrado en esta segunda parte.