Las andanzas de nuestro adorable poli cyborg toman un cariz un tanto caricaturesco muy alejado del dramático encuentro con el hombre máquina que Verhoeven dibujó de manera tan descarnada y genial.

No le sientan mal estos desfasados actos en los que hay gusto por la pirotecnia y el estruendo sin más, con carismáticos malvados a los que Robocop debe hacer frente de manera resuelta. Peter Weller, dando vida al hombre-robot una vez más se ríe de sí mismo como parte del caos de su sociedad, magníficamente plasmada por el veterano Kershner y la pluma de Frank Miller, aquel futuro sucio y desubicado que tantas películas adornó en los 80. Resulta curioso contrastar algunos comportamientos actuales con la anárquica visión que tiene la película de la sociedad moderna, así como ver que en el Hollywood de la época la violencia y la incitación explícita a la destrucción era lo más normal de la jornada laboral.

Recomendable por desfasada, punky, gamberra y por su colección de arquetípicos personajes tan bien caracterizados, tambien por su acción, por su mensaje sobre una sociedad destruida moralmente por un anarquico capitalismo al que también había que combatir, y por momentos como el excelente clímax en la angustiosa y tenebrosa aparición del Caín máquina.

Realmente demoledor el encuentro entre los directivos de la OCP cuando están reprogramando a Robocop y uno dice con sorna...
- ¿Por qué no le decimos que rescate gatitos de los árboles ya puestos??
- Esa es una magnífica idea.
Nuestro querido monstruo de "Franquenstein" metálico no aguanto un tercer asalto para nuestra desdicha, esa fue una frase premonitoria... ¡lástima!