Stephen Frears dirige esta miniserie de tan sólo tres episodios basada en la historia real protagonizada por el político Jeremy Thorpe, líder del Partido Liberal, y Norman Scott. La serie disecciona los hechos con el característico y refinado humor negro inglés, y aunque los personajes parezcan encontrarse siempre al borde de la caricatura, se ofrece un retrato bastante ajustado del escándalo. Le cuesta arrancar, pero engancha. En un país, una época y un mundo - el de la política- donde las apariencias lo eran todo, la relación homosexual entre dos hombres, pertenecientes a ambientes muy distintos, causó conmoción en la sociedad.

Hugh Grant está realmente bien en su imitación de Thorpe, muy alejado de sus registros habituales. Ben Whinshaw muestra una amplia gama de emociones en una interpretación nada sencilla. Ambos brillan en una producción, por lo demás, impecable.