Haz click aquí para copiar la URL
Voto de La mirada de Ulises:
8
Drama. Romance Perdido en medio de una tormenta de nieve en un rocoso páramo inglés, un extranjero se topa con Cumbres Borrascosas, la lúgubre mansión del misterioso Heathcliff, un hombre tan torturado por un amor frustrado que ha perdido el deseo de vivir. Mientras la tormenta ruge en el exterior, el fatigado caminante escucha fascinado la triste historia del desesperado amor de Heathcliff y Cathy. Cuando Heathcliff volvió a buscarla, después de una ... [+]
12 de noviembre de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida y la muerte se dan la mano y confunden en "Cumbres borrascosas", como lo hacen las almas de Heathcliff y Cathy. Ellos viven con la fuerza que les da la pasión, y mueren juntos con el dolor que les causa la separación. En la casa en la que jugaron de niños o en el castillo imaginario de Penistone Crag son dos amantes que se necesitan, pero que parecen condenados por la fatalidad a sufrir sin término, incluso cuando sus espíritus han pasado a la otra vida. Una de las mejores adaptaciones de la novela de Emily Brontë es la que realizó William Wyler en 1939, y que contaba en el reparto con Laurence Olivier, Merle Oberon y David Niven. El blanco y negro fuertemente contrastado de Gregg Toland imprimía dramatismo a la historia y reflejaba los claroscuros de dos almas que se movían entre el amor y el odio, mientras que la partitura de Alfred Newman confería intensidad a unos sentimientos salvajes y desgarrados que se levantaban sobre el páramo inglés.

En "Cumbres borrascosas" sopla el viento continuamente. Unas veces es viento del sur y trae luminosidad y calidez a la pareja, y otras es viento del norte que hiela los corazones. En cualquier caso, es viento arrebatador que anula la razón y nubla las conciencias, que altera la estabilidad social y que envenena la sangre. El odio llega a ser tal que un Heathcliff humillado en la infancia por Hindley jura devolverle la pedrada y lo hace donde más duele... en su vicio y en su cobardía, que el mismo mozo de cuadra se venga de su amor perdido robándole la casa y a su propia cuñada, para terminar maldiciendo ante su cadáver y jurando no descansar en paz hasta que ella venga a buscarle. Ciertamente no es un odio por malicia sino de dolor que es amor, un rencor largamente guardado y premeditadamente desplegado en el tiempo.

En el rostro de Heathcliff -magnífico un Laurence Olivier de ceño fruncido y mirada penetrante- se adivina la infamia sufrida y la necesidad de traer un mundo nuevo para una joven caprichosa, tan voluble en sus sentimientos como compleja en sus intenciones. Cathy se mueve entre el castillo de cuento de hadas y la granja de fiestas y vals, y pasa de comportarse como una pequeña salvaje a hacerlo como una dama refinada. Su comportamiento está a expensas de cierto determinismo geográfico, y eso porque en ella mandan los sentimientos y estos dependen de qué viento sople... del sur o del norte. De alguna manera, es una nueva Escarlata O'Hara, con su Tara y su juramento, con su corazón inestable y su narcisismo, con su cama de dosel y su espejo vanidoso, con su cuñada inocente y su mansión venida a menos. Pero en "Cumbres borrascosas" todo es mucho más romántico y fatalista, más trágico y pasional, porque la venganza aquí nace de lo más profundo e interior... y grita con desesperación por salvar el propio alma, que es a la vez la de Heathcliff y la de Cathy.

En la obra de Brontë y Wyler todo es tormentoso y en cierta medida también un poco diabólico, la tormenta y la lluvia parecen arrasarlo todo y no dejar más que un par de almas desgarradas y una rama de brezo como recuerdo de un tiempo de felicidad. Los celos y el rencor son aquí destructivos como pocas veces se ha visto, y el castigo llega con la misma vida mientras la liberación es traída por la muerte. No sabemos bien si son fantasmas en pena o enamorados condenados, pero lo cierto es que en este drama asistimos a los dos amores que Cathy alimentó en su vida, el loco y pasional y el estable y hogareño... y no sabemos cuál es más auténtico y enriquecedor, porque uno le dio la vida y el otro se la quitó.
La mirada de Ulises
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow