No era mi mejor día hoy, por no decir que era uno de los peores. No es ni mi mejor momento personal, ni las Navidades son, por así decirlo, mi época favorita. Pero una amiga me dijo que iba a ver Babel y me apunté a verla en V.O.

Acabo de llegar del cine, hecho unos zorros.

Todavía no lo he digerido todo. Pero sé que estoy ante una de las películas más directas y desgarradoras de los últimos tiempos. Es muy dura, os advierto. En ocasiones lo es visualmente, pero creo que la película está resuelta con muy buen gusto en ese sentido, aunque también sin ambages.

Creo que la principal diferencia (a nivel narrativo) con Amores perros y 21 gramos es el ritmo. La intensidad de la película es tal que uno se pierde en ella desde el primer minuto. En ese sentido es voraz, diría yo. En algún momento me ha dado por escuchar las reacciones del público y creo que cada uno de los que estábamos en la sala se ha llevado su propia película a casa, interiorizada al máximo, vivida al ciento veinte por ciento. Si esta peli no te llega, no lo intentes más, es hora de que dejes de ir al cine y dediques tu tiempo libre a otros temas más acordes con tu corazón de hojalata. Creo que en la Filmo ponen unas pelis danesas con subtítulos en cirílico que son una delicia, te la recomiendo...

Hay múltiples mensajes que extraer de la película. Uno, creo que el más evidente, que empieza con el título y de desarrolla a lo largo de toda la película: incomprensión, desentendimiento, incomunicación, choque cultural. El mundo en sí mismo como una gigantesca torre de Babel. Y no se puede evitar el juzgar quién sale perdiendo más en cada caso.

En fin, hay muchas más cosas, pero prefiero meditar un poco sobre lo que he visto hace un rato antes de meterme en el spoiler...

Si queréis sentiros vivos en el cine, no dejéis de verla.