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Voto de Néstor Juez:
8
Musical. Romance. Drama Los adolescentes Tony y María, a pesar de tener afiliaciones con pandillas callejeras rivales, los Jets y los Sharks, se enamoran en la ciudad de Nueva York en la década de los 50. Nueva versión del legendario musical 'West Side Story', a su vez adaptación de una famosa obra de teatro de Broadway, que modernizaba la historia de 'Romeo y Julieta', de Shakespeare. (FILMAFFINITY)
16 de julio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son incontables las manifestaciones variadas en el audiovisual que prueban que atravesamos una ya larga era de recuperaciones, homenajes, regresos y continuaciones de títulos pasados en el mainstream contemporáneo. Los remakes siempre estuvieron ahí desde que el cine, pero hubo un fascinante período entre enero y febrero que prácticamente la totalidad de la oferta entre cine de franquicias o de prestigio eran algún tipo de secuela o nueva versión de películas pasadas de épocas y relevancias culturales muy dispares. Un fenómeno que incluso se ha extendido a los últimos pasos en la trayectoria de prestigiosos realizadores. Tal es el caso del proyecto de la entrada de hoy, muy criticado desde su germen: un remake en 2021 de West side story, el clásico de 1961 de Robert Wise, dirigido nada más y nada menos que por Steven Spielberg. Una película cuya llegada se vio demorada por el COVID pero que finalmente encontró acomodo como plato fuerte de la oferta navideña y contendiente de la temporada norteamericana de premios de enero y febrero, si bien su papel en esta no cumplió todas las expectativas depositadas y su fracaso comercial en salas fue clamoroso. Sin embargo, bien saben que en esta web priorizamos el juicio crítico y estético. Y pocas experiencias en salas fueron más gratificantes que la proyección de la que considero una de las obras mas valiosas de este 2021. Un festival de aparato cinematográfico en su más clásico y mesurado sentido de la opulencia que sacrifica toda capacidad de sorpresa o reinvención por un ejercicio de artesanía de lenguaje fílmico digno de elogio.

Enfrentamiento visceral entre bandas por la hegemonía comunitaria sobre el barrio y romance prohibido en el seno de la batalla. Nueva York como polvorín cultural entre comunidades raciales armadas por navajas y exuberancia corporal y coreográfica. Calor, identidad y territorio como ingredientes de una tragedia con la emoción a flor de piel. Un musical trágico y levemente apesadumbrado que recupera la música original de Bernstein re-orquestándola con renovador pulso, que permite el lucimiento físico y dramático de un casting muy acertado, con bailarines encomendados con el trabajo al servicio de la película pero con poco afán de lucimiento de estrella. Un viaje dramático e intenso impregnado de aroma a cine clásico y a esa concepción de espectáculo escapista de pantalla grande más propio de los grandes buques de mediados del siglo pasado. Pero ante todo, nos encontramos ante un vehículo para el lucimiento de la caligrafía audiovisual de Steven Spielberg. Refinados movimientos de cámara sobre las acotadas dimensiones del conjunto de decorados, ambiciosas elevaciones con grúa, seguimientos laterales o frontales en plano largo con cambio de angulación, cobertura clara de los bailes sin fragmentar en exceso pero marcando el tempo con vigor…un festival de oficio y maestría de veterano. Una película que ofrece unas sensaciones de ensoñación y abstracción durante su visionado muy poco habituales en el audiovisual contemporáneo.

Esta adaptación, si bien virtuosa, se ha construido desde una aproximación respetuosa que apenas ha modificado un ápice de la película de Robert Wise. Y como tal, es sumamente anacrónica, una película que sabe a vieja. Que no se relaciona de una manera enriquecedora con el panorama social del mundo en el que ha visto la luz. Pese a su reparto multiétnico, su retrato de la comunidad puertorriqueña roza, como pasará en la clásica (hecha en un contexto en la que estos factores son mas redimibles), la caricatura. Su discurso sexual y sus conflictos raciales y de violencia de género resultaban coherentes en su contexto original de estreno, al mantenerse imperturbable chirría ante las sensibilidades del ahora. En suma, como con tantos otros ejemplos del cine de autor reciente, es una película oasis, negada a dialogar con el mundo en el que ha visto la luz. Esto le impide asentarse en el Olimpo, pero ni mucho menos volar alto frente a la mayoría de la oferta reciente en cartelera.

Sobria, trágica y técnicamente apabullante, West side story no ofrecerá argumentos que justifiquen su existencia para los obsesos del texto, pero hará las delicias de aquellos que se entreguen sin miramientos a la excelencia de su puesta en escena.
Néstor Juez
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