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Voto de Néstor Juez:
7
Thriller. Acción. Terror Red (Nicholas Cage) es un leñador que vive alejado del mundo junto al amor de su vida, Mandy (Andrea Riseborough). Un día, mientras da un paseo abstraída en una de las novelas de fantasía que suele leer a diario, Mandy se cruza sin saberlo con el líder de una secta que desarrolla una obsesión por ella. Decidido a poseerla a cualquier precio, él y su grupo de secuaces invocan a una banda de motoristas venidos del infierno que la raptan ... [+]
4 de noviembre de 2018
2 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y llegó un último día breve pero intenso. Tras la lectura del palmarés, se proyectó la películas que más esperaban los aficionados al género: el despiporre de Nicolas Cage Mandy, que compitió en la Quincena de realizadores de Cannes y se llevó el premio a Mejor Director en el último Sitges. En los años 80 de una realidad alternativa, el leñador Red y la cajera Mandy viven en amor y compañía en una casa en el bosque alejada de la civilización. Pero su paz se verá en pausa cuando un grupo de moteros cenobitas de una secta liderada por un cabecilla espiritual invocador de demonios secuestre a Mandy. Sediento de sangre, Red se armará para emprender una solitaria venganza. Un peculiar ejercicio de estilo de referentes de la serie B de los setenta y ochenta que supone un desafío para cualquier espectador. Una propuesta diferente, personal y llena de fuerza, que no deja indiferente. Una también que engaña, y que escapa a nuestras predicciones y primeras lecturas. Nos la vendían como un slasher retro con Nicolas desatado. Algo de eso hay en la película pero su esencia va por otros derroteros. Es un personal viaje alucinógeno que toca muchos palos y es indescifrable en todos ellos. Y justo por eso me convence. Toca muchos palos y no triunfa del todo. Si acaso, triunfa por su irregularidad. Y también por su atractiva estética y sugerente banda sonora, claro está. Su dilatado metraje de ritmo lento, pocas acciones claras, confusa trama y no tanta carnaza como prometían hará que no sea un plato que guste del todo a los aficionados de género. Y la sencillez y tontería de su guión, así como el acartonado aspecto y carácter del villano y sus absurdas líneas de diálogo descolocarán a la crítica especializada y espectadores que valoren la coherencia textual. Es la habilidad de moverse entre grises lo que me sedujo del filme. Uno con dos partes descompensadas, sí, y una primera hora que tarda siglos en arrancar. Un cóctel sensorial que inunda, claramente estrambótico, con muchos elementos presentes porque sí, pero que inquieta por su cripticismo. De lo que más nos gustó del festival.
Néstor Juez
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