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Voto de Néstor Juez:
6
Intriga. Thriller. Drama Carolina (Laia Manzanares) es una joven ingenua y encantadora que conoce a Leo (Manolo Solo) a través de un chat. Él es un hombre adulto que se ha hecho pasar por un chico de 16 años y, engañándola, ha conseguido quedar con ella en un apartado parque de la ciudad. Pero a medida que Leo conoce a Carolina empieza a sospechar que quizá ella no es tan inocente e inofensiva como aparenta.
8 de junio de 2023
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas labores mas estimulantes puede haber para un crítico que desvelar en tiempo real el nacimiento de una voz cinematográfico, así como poder acompañar y analizar su evolución. El desafío de perfilar el propio estilo y ambición temática u estética en contextos de pequeña producción es tan desafiante para el realizador como para el crítico, que carece de lugares comunes a los que asirse. Se enfrenta hoy este redactor a la misión de reflexionar sobre la naturaleza de esta personal obra permitiendo al lector intuir los rasgos de su esencia pero sin poner en riesgo la experiencia de visionado, dilema que la campaña de marketing del equipo ha procurado encrudecer. Tras su presentación en la Sección Oficial del pasado Festival de Málaga se estrena La desconocida, incursión en la ficción del realizador madrileño Pablo Maqueda tras ofrecer valiosas prestaciones en su ópera prima, el documental Dear Werner (Walking on cinema), un fuerte paso adelante que confirmaba las ambiciones de su trayectoria de largometrajes autodidactas de producción amateur. Un thriller sensual que adapta una obra teatral y que induce al espectador a una tela de araña de desvíos narrativos donde, sin embargo, servidor quedo ante todo convencido por la convicción de su atmósfera. Una concentrada y pequeña historia de manipulaciones, deseo, investigación y personalidades camufladas.


Cronología y disección de una relación al margen de toda normatividad. Dialéctica despiadada entre las máscaras de la red y los prejuicios y lugares prohibidos de la esfera física. Maquinación y cara a cara agresivo de dos personalidades fuertes, líquidas y opacas. La búsqueda del deseo y afecto rompiendo los esquemas tradicionales de familia. Una indagación en un problema real cada vez más extendido de violencia de género en sectores jóvenes de la sociedad española que abre fugas de suspense psicológico en inciertas direcciones. Puzzle de cámara que se desmadeja con pluralidad cronológica que halla en la elegancia de su planificación y en la unidad compacta de su tono sus dos mayores y más seductoras fortalezas. Vehículo, a su vez, de lucimiento para unos excelsos Manolo Solo y, especialmente, Laia Manzanares que anegan de personalidad y pulsión a sus ambiguos personajes. Ejemplar resulta su manera de crear tensión desde el silencio, la pausa, el encuadre de partes concretas de caras o cuerpos o el uso de profundidad de campo, con infinidad de planos en los que la mayor parte de la imagen permanece en un turbio fuera de campo. Es especialmente ingeniosa exprimiendo la modestia de sus medios de producción en su beneficio, utilizando sus pocos espacios para puntuar al conjunto con un aura de cercanía cotidiana de barrio (los espacios de inocencia rota de Albacete o La Elipa) que hacen el conjunto mas desconcertante aún. Sonoridades tenebrosas reducidas de claros ecos a la Mica Levi de Under the skin se suman a un relato de personajes de éticas o hábitos quizás cuestionables pero con los que el equipo creativo acierta en no posicionarse. No hay blancos ni grises, héroes o villanos. La raza humana esconde todo tipo de filias que también existen aunque no tengan el foco. Y si bien los medios pueden descolocarnos, el fin nos une a todos: la necesidad de amor y compañía.

En su concentrado e hipnótico minimalismo, La desconocida sitúa sus conceptos en un bosquejo que deja un leve amargor al finalizar la proyección por no confluir en un entramado con más cuerpo. Se detiene, no tanto concluye, cuando comenzaba a sumergirse de pleno en el fango, y en su fuga hacia la especulación condena a sus personajes a una narración fría y distante, con cuyos desgarros y conflictos internos empezamos a conectar cuando ya es demasiado tarde. Y, como consecuencia de su condición de adaptación teatral, La desconocida no consigue complementar su carga discursiva con mas acciones o ideas visuales, resultando en una producción demasiado verbal. Es en definitiva una propuesta con mas semillas que frutos, pero su valentía a la hora de asumir riesgos incomodando a su audiencia son lo suficientemente sugerentes como para que su visionado merezca la pena.

Malsana, ambigua y enigmática, La desconocida abre la puerta a espacios abisales de nuestra realidad mundana y nos deja ante la incierta tarea de juzgar a sus personajes.
Néstor Juez
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