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Voto de Néstor Juez:
7
5,8
487
Drama
Retrato íntimo de una mujer, Hannah (Charlotte Rampling), que se tambalea entre la realidad y el rechazo tras quedarse sola después de que su marido sea encarcelado. (FILMAFFINITY)
1 de junio de 2018
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A falta de que lleguen las propuestas estivales, de que se perfilen las candidatas de los festivales otoñales y de que empiecen a llegar a las carteleras algunas de las competidoras del último Cannes, todavía quedan días para acabar de descubrir algunas de las películas de las programaciones de los festivales más importantes del año pasado. En entradas recientes, hemos estado analizando los últimos retazos de la Biennale del 2017. Ya fue el turno de Doueiri, Thornton y Haigh, y otras tantas obras pudieron descubrirse en el otoño pasado o en la reciente temporada norteamericana de premios. Y la presente, último estreno de Surtsey Films, era una propuesta con un claro atractivo en su reparto. Se trata de la película italiana Hannah, segundo trabajo de Andrea Pallaoro por el que Charlotte Rampling ganó la Copa Volpi a la mejor actriz en el festival. Una veterana y excelente actriz que, por sí sola, es un elemento suficientemente poderoso como para captar mi atención, y un argumento de venta y distribución eficaz para un sector determinado de la audiencia. Las buenas críticas y la escasa pero inquietante premisa también captaron con fuerza mi atención. No pude asistir al pase de prensa, pero la descubrí en las cómodas salas de los Cines Verdi de Madrid al poco de su estreno. Y aún sin encontrarnos ante una obra transformadora, y además difícil de recomendar, es una película netamente buena. Una película hierática y depresiva, escasa en personajes secundarios y repetitiva en sus situaciones, alargadas hasta la extenuación, pero visualmente inquietante y llena de interés y orbitante en torno a una interpretación de ensueño. Un filme sobre un personaje interpretado con brillantez.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Hannah es una anciana que vive en una ciudad francesa con su marido. Trabaja de limpiadora en la elegante casa de una familia burguesa con niño ciego, y asiste con frecuencia a clases de interpretación. De un día para otro, su férrea y aséptica rutina cambiará: su marida entrará en la cárcel por un delito que sólo podremos deducir. Derrumbada, tendrá que aprender a sobrellevar la soledad y el rechazo de sus congéneres. Un estudio de un personaje silencioso y solitario, sumido en la nada y la amargura. Un devenir cotidiano y costumbrista de vejez, deficiencias sensoriales y fisiológicas e intentos de alumbrar la oscuridad y dar vitalidad al abismo de dolor. Una película exigente, ardua, hierática hasta la extenuación, como la propia Hannah. Un ejercicio de difícil digestión, y de una radicalidad formal muy atractiva que logra no traicionar nunca. La música, inexistente. Los planos, apenas móviles en contados travellings laterales de seguimiento. Los encuadres, opresivos, componiendo con reflejos, escaleras u objetos que crean líneas y restan espacio de imagen para Hannah. Una Charlotte Rampling a la que la película da todo el espacio para lucirse, y que brilla con luz propia con una interpretación de poca expresividad facial pero riqueza en matices de mirada y gestualidad corporal, manteniendo cámara con solvencia y no perdiendo nunca la tristeza más absoluta. Una narración sencilla pero impactante que maneja la acertada carta de no contar nunca nada, dejando siempre que el espectador deduzca la tragedia a través de las pistas que ve. Película de poso a largo plazo, y sensibilidad de artesano.
La propuesta formal es tan radical como interesante, pero su eficacia va enpalideciendo a lo largo del metraje, y termine resultando reiterativa. A nivel emocional es también monocorde, y su ritmo trémulo, falto de elementos de variedad argumental, impedirán que muchos espectadores acepten las normas del juego y se integren en un sistema narrativo que sólo produce dolor e incomodidad. Un filme sin duda interesante, y coherente consigo mismo, pero en el que el guión y los personajes están siempre plegados a los experimentos formales y lingüísticos de Pallaoro, y no al revés. Un cineasta de mirada particular, que aún se prevé en evolución. Un filme que sin ser para todo el mundo es emocionalmente poderoso, y visualmente personal, pero algo simple en su construcción.
Desoladora, seca y exigente, Hannah es un estudio de personaje hermético y minimalista, pero de marcado interés fotográfico e innegable hondura emocional.
La propuesta formal es tan radical como interesante, pero su eficacia va enpalideciendo a lo largo del metraje, y termine resultando reiterativa. A nivel emocional es también monocorde, y su ritmo trémulo, falto de elementos de variedad argumental, impedirán que muchos espectadores acepten las normas del juego y se integren en un sistema narrativo que sólo produce dolor e incomodidad. Un filme sin duda interesante, y coherente consigo mismo, pero en el que el guión y los personajes están siempre plegados a los experimentos formales y lingüísticos de Pallaoro, y no al revés. Un cineasta de mirada particular, que aún se prevé en evolución. Un filme que sin ser para todo el mundo es emocionalmente poderoso, y visualmente personal, pero algo simple en su construcción.
Desoladora, seca y exigente, Hannah es un estudio de personaje hermético y minimalista, pero de marcado interés fotográfico e innegable hondura emocional.