A esta historia, inspirada en hechos reales, sobre un chico pakistaní que vive en Inglaterra y se evade de su entorno cuando descubre las letras de Springsteen, el mayor defecto que se le puede achacar es que da la sensación de que le falta alma, que trata de dibujar unas emociones que no se reflejan en pantalla y se queda en una película que intenta pero no llega a tocar la fibra, aun gustándote las canciones del Boss. Incluso el retrato de la problemática racial de la época y los enfrentamientos resultan poco creíbles e impostados, y todo, en conjunto, acaba restando a la idea de la que parte en cuanto a cómo es desarrollada.