Se puede ver. Es una película aceptable. ¡Eso sí, el desarrollo o la trama va a una velocidad endiablada!

Ron Howard logra una película dinámica, a un ritmo casi de fórmula 1. Varios cardenales secuestrados por un terrorista supuestamente "iluminati" que quiere hacer volar el Vaticano.

Tom Hanks, pésimo, con una cara de cartón tremenda, se deja llevar por la ola frenética o velocidad del guión la cual se lo lleva por delante y lo aplasta contra el fondo de todo.

Lo mejor, lo bien que se describe al viejo cardenal encargado del cónclave que va a elegir al nuevo Papa: deseoso de que lo elijan a él, pero adjudicándole su personal anhelo a "la voluntad de Dios" (ja, ja, ja, ¡quién no los conozca!).

También muy buena la reflexión que le hace el citado cardenal al ateo-agnótico, no la recuerdo exactamente, pero más o menos le viene a decir: "La Iglesia comete muchos errores, porque sus componentes son humanos, o sea que se equivocan; pero en gran medida lo hacen tratando de llevar misericordia, consuelo y bien a muchos seres humanos; en cambio el sin-dios de los ateos ¿qué consuelo, misericordia, ayuda o bien lleva a los seres humanos?"